jueves, 6 de diciembre de 2012

Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios


Hacer posible lo deseable

Lourdes Hernández Quiñones

Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios, autoría de Ahtziri Molina Roldán, Miguel Ángel Casillas Alvarado, Aldo Colorado Carvajal y Juan Carlos Ortega Guerrero, editado por ANUIES (2012),  es un trabajo de investigación de gran valor para los estudios culturales en nuestro país y, particularmente en Veracruz, ya que analiza el consumo cultural de los estudiantes de la Universidad Veracruzana. Agradezco a todos ellos este regalo que hoy nos hacen a  los interesados en lo cultural.

Se trata de una visión crítica, analítica, seria y rigurosa que aporta información de gran utilidad para delinear políticas culturales incluyentes y diversas, con el propósito de responder de mejor manera a las inquietudes, necesidades y deseos de los múltiples públicos de la cultura-en este caso, de los jóvenes-, ya sea en la Universidad Veracruzana, en las instituciones municipales y estatales de cultura, en otras instituciones educativas y culturales, públicas y privadas. Las políticas públicas, en el trayecto de hacer posible lo deseable, deben privilegiar el pensamiento crítico de las universidades. En el caso de las políticas culturales, habrá que considerar su construcción sobre dos ejes paralelos: la promoción de la creación y la investigación artística; y el fomento de la educación artística y la formación de públicos. Sólo así podremos garantizar un quehacer cultural sustentable.

Es importante considerar el valor del trabajo de los académicos involucrados en esta investigación, cuyos resultados se obtuvieron a través de la aplicación de mil ochenta y cinco encuestas en los cinco campus de la Universidad Veracruzana, durante el segundo semestre del 2008; proyecto que parte del hecho de reconocer que en años recientes la participación de estudiantes en las actividades artístico-culturales promovidas por  la propia UV ha sido baja, situación que no es privativa de esta casa de estudios, sino de las actividades culturales en general. Ello obedece a la ausencia de políticas públicas en materia cultural y a  la carencia de una educación artística desde el nivel de preescolar hasta la educación media superior, en el aspecto formal; y a un descuido en los programas de desarrollo cultural infantil en las instancias promotoras de cultura en la entidad. Situación que al paso de los años y frente  a los consorcios mediáticos-ahora reconocidos oficialmente como poderes fácticos-se ha agravado, pues su omnipresencia en la mayoría de los hogares, ya sea a través de los medios de comunicación masiva como el radio y la televisión, o bien de las nuevas tecnologías de la comunicación: celulares, computadoras, tabletas, etc., han propiciado una nueva manera de vivir la cultura y la comunicación, erosionando las formas tradicionales de relacionarnos en el mundo.

 A partir de esta consideración sobre el reducido público estudiantil en las actividades de la UV, el equipo de académicos planteó dos hipótesis de investigación: 1) La relación entre el consumo cultural de los estudiantes y la oferta cultural universitaria es muy endeble, pues no se han desarrollado los mecanismos necesarios para interesar a los jóvenes universitarios en las actividades propuestas por la universidad; 2) El capital cultural original de los estudiantes resulta determinante en la adquisición y fortalecimiento del capital cultural universitario.

Es un acierto que la investigación a la que nos estamos refiriendo, subraye la necesidad de considerar al estudiantado universitario como un grupo heterogéneo, con diferentes cúmulos de capital cultural y estrategias para la adquisición del mismo. Asimismo, la introducción de los conceptos de consumo cultural y capital cultural, como pilares de esta investigación, permitió organizar y analizar la información recabada a partir de cinco variables que arrojan datos fundamentales para la toma de decisiones en la Universidad Veracruzana y para futuros estudios sociológicos, culturales y antropológicos que se pudieran realizar en otras instituciones; estas variables son: región, género, área de estudio, capital cultural y trayectoria escolar. Variables que permiten tener una mirada amplia de los públicos de lo cultural, tal y como lo señala la doctora Lucina Jiménez: “es más conveniente hablar siempre en plural, pues existen públicos diversos que comparten la experiencia artística y cultural en un lugar y contexto determinado”. Así-dice Jiménez-“pueden distinguirse diferentes sectores con motivaciones, percepciones, reacciones y respuestas distintas ante un mismo hecho artístico que adquiere entonces múltiples significados”. (1)

 Valga mencionar que la información que arroja el libro Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios, enriquece especialmente y supera en varios temas al estudio efectuado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que se puede consultar bajo el título Infraestructura y Patrimonio, Hábitos y Prácticas Culturales. Asimismo se suma a lo aportado por el informe Acceso de los jóvenes a la cultura en Iberoamérica. Tendencias, obstáculos y experiencias, producto de un trabajo de investigación realizado durante el año 2012 en los países iberoamericanos, por la fundación Interarts con el apoyo de la  Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Este último informe constata que en muchos países iberoamericanos  el consumo cultural de los jóvenes puede calificarse como híbrido: “La asistencia a los centros comerciales, el consumo de la cultura estadounidense y la importancia de las fiestas tradicionales, son tendencias de la juventud”. En menor medida-dice el informe-, se encuentran su participación y asistencia al teatro, las exposiciones, las casas de cultura, y el cine; la mayoría de actividades se concentran en las zonas de aglomeración urbana. (2)

El libro Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios puede leerse en algunos momentos como un caleidoscopio y, en otras, como un rompecabezas (de construcción exitosa), por las cinco variables que guían el estudio. Se cuenta con información que permite hacer entrecruzamientos para tener una mirada más completa del panorama que debe afrontar la Universidad Veracruzana para lograr que más estudiantes participen en las actividades artístico-culturales promovidas por esta institución.  Por ello, a la par de presentar los resultados de esta investigación, los autores van haciendo un análisis crítico de la situación universitaria. Algunas de las cifras que resultan preocupantes son las siguientes: 90% de la oferta cultural de la Universidad Veracruzana se concentra en la ciudad de Xalapa;  en el resto de las ciudades y regiones del estado, el común denominador es la carencia de una vida cultural intensa. Ocho de cada diez estudiantes (80%)  no realizan actividades artísticas de ninguna especie; 68% de los estudiantes dicen participar en diferentes actividades artísticas como espectadores, mientras una tercera parte no lo hace; sin embargo, en cada región el panorama es distinto: en Xalapa, 76% de los estudiantes asisten a actividades culturales; en Córdoba, 75%; en Coatzacolcos, 57% de la población estudiantil asiste a estas actividades, y en Poza Rica, lo hace el 62%. Si bien ello tiene que ver con la oferta o no de actividades culturales, también se relaciona con factores económicos, intereses y antecedentes familiares.

Los resultados de la investigación confirman, de acuerdo con lo planteado por los autores, cómo las diferencias sociales se traducen en diferencias culturales entre los estudiantes; así como la hipótesis de que los estudiantes más dotados en capital cultural consumen más cultura y tienen mayor acceso a los bienes culturales. ¿Qué hacer frente a una realidad que obedece a las propias características del estado, sus actividades económicas y productivas, sus diferencias sociales, la longitud de su territorio que hace complicado establecer servicios educativos en todas las regiones? ¿Cómo hacer posible lo deseable? De eso se trata, de construir políticas culturales a partir de un diagnóstico con  información confiable como es la investigación que hoy nos covoca, para poder incidir en la realidad, por compleja que sea la problemática.

Es innegable la falta de equidad en la oferta cultural de la Universidad en las distintas regiones, y lo reducido del consumo cultural de los estudiantes en todas las zonas. Por ello, se requiere que las autoridades de la Universidad Veracruzana y las instituciones promotoras de la cultura en los municipios y la entidad, hagan una revisión autocrítica de su quehacer y consideren que la acción cultural no puede concebirse como simple entretenimiento o divertimento temporal, sino como una acción permanente que se vincula con la posibilidad de reforzar el tejido social, de propiciar la creatividad, de vivir la diversidad, de compartir identidades, de construir espacios para la imaginación. Se requiere de acciones puntuales- como señalan los autores- para diversificar la oferta cultural de la UV en las regiones y campus, y para delinear programas que propicien la creación de nuevos públicos.

Hacemos propio el exhorto de los académicos que llevaron a cabo esta investigación: “Las políticas culturales de la universidad no pueden seguir siendo indiferentes ante la diversidad de estudiantes que se expresa en las distintas áreas”. Se requiere concebir el trabajo de difusión y extensión cultural desde la diferencia para encontrarnos en aquello que nos es común. Es necesario que entendamos que nuestros hábitos culturales y, en particular, los de los jóvenes se transformaron profundamente. Debemos trabajar en la gestión cultural a partir de la realidad del siglo veintiuno. El estudio Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios, es una base que puede garantizar la construcción de políticas culturales con una visión amplia y moderna. Es la posibilidad de recuperar el tiempo perdido en la gestión cultural universitaria, desde la tradición artística de más de medio siglo de la Universidad Veracruzana, con un rostro que mire hacia el futuro a partir de la realidad que hoy viven los jóvenes en Veracruz.






(1)   Jiménez Lucina, Desarrollo de públicos y procuración de fondos, (material de la Especialidad en Políticas Culturales y Gestión Cultural. Unidad de Enseñanza Aprendizaje VIII), OEI, UAM, CENART, 2008.
(2)   Acceso de los jóvenes a la cultura en Iberoamérica, Tendencias, obstáculos y experiencias, marzo 2012, interarts, AECID.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Ventana hacia el sendero IX


La construcción de las instituciones culturales


Las acciones culturales cuyos resultados sean tangibles en el crecimiento social y espritual de la población, merecen continuidad al paso del tiempo, pues iniciden finalmente en la formación de públicos y así alientan la creación y el consumo artístico. Por ello, resulta muy penoso que algunos proyectos sean afectados por decisiones estrictamente políticas.

Tal es el caso del Instituto Superior de Música del estado de Veracruz (ISMEV) que está celebrando diez años de su creación, y aunque sobrevive en la estructura de la Secretaría de Educación de Veracruz, lo hace en condiciones bastante lamentables, tanto de índole financiero como materiales. Sin embargo, su trabajo académico es de gran relevancia; se trata de un proyecto muy bien cimentado que ha permitido dar cabida a los muchachos que aspiran a estudiar Música en la Universidad Veracruzana y que son no son aceptados por dicha institución. Además de cubrir parte de tal demanda, evita que jóvenes talentos se sientan frustrados al no poder ingresar a la máxima casa de estudios de Veracruz y pueden dar cauce a su vocación. El ISMEV ha dado muestra de su buen camino. Hace todavía dos años, la Orquesta Sinfónica Juvenil se presentaba en foros de gran relevancia tanto en Veracruz como en el resto del país. Músicos tan afamados como Alberto Cortés y Natalia Lafourcade se hicieron acompañar por esta orquesta, dirigida por Antonio Tornero, en la grabación de sus discos.

Hoy, el ISMEV organiza conciertos con cierta regularidad. Recientemente los alumnos de piano de la maestra Nonna Nassidze ofrecieron un concierto durante el que interpretaron obras de gran complejidad; todos ellos demostraron su capacidad, lo que permite imaginar para todos ellos un futuro artístico promisorio. 

Ojalá que la Secretaría de Educación de Veracruz valore lo que tiene con el Instituto Superior de Música y le otorgue el apoyo que merece. Un asunto que habrá que analizar, a corto plazo, es la necesidad de que el sector cultura regrese a la Secretaría de Educación de Veracruz o bien aparezca como sector en la estructura gubernamental. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Un sueño musical para 500 niños y jóvenes de México



Lourdes Hernández Quiñones

Los sueños son poblados por personajes e historias que se narran a la par de la invención onírica, ya sea a partir de un mundo ideal que se construye con utopías, deseos y metáforas de la vida, o bien a partir del ensamblado de experiencias ajenas que atrapamos en la conversación y de las que se apropia el inconsciente.

Sin embargo, hay otros sueños: aquellos que nos permiten vivir despiertos la posibilidad de un mundo de amplios horizontes, creatividad e imaginación; aquellos que se van hilvanando con colores múltiples, obsequiados por la posibilidad de reinventarnos a través de la experiencia creativa. Así, el arte y la cultura ofrecen la opción de resignificar la vida, oportunidad invaluable que han experimentado 500 niños, niñas y jóvenes mexicanos integrantes de la Banda Monumental del Programa Nacional de Núcleos Musicales promovido por el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

A partir de uno de los lenguajes artísticos más universales, la música,  500 niños y jóvenes de entre 6 y 22 años, provenientes de 15 estados del país, han encontrado posibilidades de un futuro más luminoso en el que las opciones de crecimiento y desarrollo personal se han magnificado al formar parte de uno de los proyectos culturales más relevantes del gobierno saliente. El programa de Núcleos Musicales forma parte del Proyecto Cultural del siglo XXI Mexicano establecido por CONACULTA, que pretende acercar la cultura a un mayor número de sectores en la sociedad, y tiene como uno de sus objetivos la creación de bandas y coros comunitarios en las 32 entidades del país, de los cuales, a partir del mes de octubre del año 2011, se pusieron en operación alrededor de 30.
Resulta importante tener presente la razón que dio origen al Programa Nacional de Núcleos Musicales, vinculada con los problemas de inseguridad y de la delincuencia organizada que han hecho de Ciudad Juárez, Chihuahua, un territorio que ofrece pocas oportunidades a sus habitantes, particularmente a los jóvenes, quienes se enfrentan a un panorama desolador para la construcción de su futuro y para el disfrute de su presente. Por ello, y con el propósito de cumplir con el programa Todos somos Juárez, reconstruyamos la ciudad, los tres niveles de gobierno, en coordinación con la población juarense,  establecieron 160 acciones concretas para disminuir la inseguridad y mejorar la calidad de vida, así como proporcionar oportunidades sociales y económicas a la población, impulsar la reconstrucción del tejido social y disminuir la prevalencia de conductas anti sociales en la ciudad. En ese marco se inscriben los Núcleos Musicales que ofrecen a los niños y jóvenes participantes la oportunidad de tocar un instrumento, experiencia que permite generar un espacio de convivencia social en el que se refuerza la autoestima y se adquiere un sentido de identidad y pertenencia.
Un acierto del programa ha sido la decisión de integrar bandas y no orquestas, a partir del reconocimiento del arraigo y la importancia que estas agrupaciones musicales tienen en las comunidades de nuestro país. Basta con citar la Banda de Tlayacapan, en el estado de Morelos, agrupación que tiene sus orígenes a mediados de 1870, considerada la banda más antigua del país; asimismo los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán tienen amplia tradición musical con la presencia de sus bandas de viento.
El Programa de Núcleos Musicales está basado en uno similar de Venezuela llamado Sistema Nacional de las Orquestas y Coros Juevniles e Infantiles de Venezuela, que fuera creado por el maestro José Antonio Abreu Anselmi y que ha dado como resultado, entre otros, a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de ese país y ha servido como modelo para varias naciones en el mundo.

El reality documental Ópera Prima ¡La Banda!
Poder seguir parte del entramado con que se estructuró la Banda Monumental del Programa de Núcleos Musicales, escuchar a niños y jóvenes sobre sus experiencias; conocer a los maestros y a los responsables de este proyecto a través del documental que realizó el canal 22, fue una experiencia maravillosa, que permitió a los espectadores vivir de cerca el desarrollo de este proyecto musical.
A través del programa televisivo fue posible compartir diversas experiencias ocurridas tanto en los lugares de origen de algunos de los integrantes de la banda, durante la gira de conciertos del 3 al 9 de agosto en las ciudades de Acapulco, San Luis Potosí, Celaya, Querétaro, Texcoco y Pachuca; así como en el campamento en Oaxtepec, que durante tres semanas permitió a los integrantes de la orquesta dedicarse de tiempo completo al aprendizaje, interpretación y reflexión musical para el concierto final que tendría lugar el 4 de noviembre en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México,.  Los testimonios de los más pequeños y de los jóvenes coinciden en la alegría y satisfacción que sienten por formar parte de la banda. Hay detalles que por ser cotidianos, quizás pasan desapercibidos, pero son los que hablan de la trascendencia de las acciones culturales en las vidas personales de cada uno de los músicos. Así, uno de los más pequeños  celebró su cumpleaños durante el campamento y para que no se sintiera solo, un grupo de sus compañeros lo celebraron con un pastel y Las Mañanitas. Un maestro de trompeta confiesa que cuando era estudiante de dicho instrumento en su juventud, su padre le decía que tenía que escucharse al interpretar el instrumento, así descubrió que en la azotea de su casa, en Texcoco, al tocar en una dirección había eco, que le regresaba-felizmente-el sonido de sus interpretaciones. Al integrarse al proyecto de núcleos musicales en dicha población un día descubrió que sus alumnos también ensayaban al aire libre y conversaban con estrofas musicales a la distancia. Músicos de grupos indígenas como los huicholes del estado de Jalisco, también vivieron esta experiencia como la oportunidad de vivir la diversidad en condiciones de igualdad.
El concierto final resultó particularmente emotivo. La presencia de los quinientos integrantes de la banda, constituía en sí misma un prodigio; niños y jóvenes se comprometieron especialmente en la ejecución de los instrumentos cuando el propio Arturo Márquez  dirigió su Danzón número 2.
Los niños y jóvenes que participaron en la primera etapa del programa Núcleos Musicales y que posteriormente integrarían la Banda Monumental, ya no serán los mismos. La posibilidad de sentirse diferentes a partir del arte, seguramente ha dejado una huella particular en sus vidas. Hoy han cumplido algunos de sus sueños: aquellos que nos permiten vivir despiertos la posibilidad de un mundo de amplios horizontes, creatividad e imaginación; aquellos que nos permiten reinventarnos a través de la experiencia creativa.
Una acción que merecería ser considerada para reproducirla en muchos lugares de México, en muchas ciudades del mundo.




martes, 30 de octubre de 2012

La reunión con nuestros fieles difuntos


El amor y la dedicación para preparar los platillos y los altares, así como los demás detalles de la ceremonia en torno a los fieles difuntos, es una tradición que tiene mucho que ver con la creencia de que todos nos reencontraremos en algún lugar cuando traspasemos la línea que marca el final de nuestro días.

Elena Garro, escritora, dramaturga profunda de voz poética y maravillosa escribió su obra Un hogar sólido, que trata sobre la convivencia de varios difuntos en la cripta familiar. Llena de humor y metáforas, al llegar los días de muertos siempre la recuerdo y repaso de memoria algunos de sus diálogos. Así imagino a nuestros amigos y familiares que se nos han adelantado en esta aventura de vida, en una reunión eterna-siendo espíritu, siendo viento-, en comunión con las estrellas,  acompañados por recuerdos que siempre vuelven a ser un hoy cuando se comparten.

Silba ya el viento que se murmura en los labios de nuestros muertitos, y ese mismo aire que es vida  y que es muerte acaricia nuestros rostros anunciando presencias de aquellos que vienen invitados a nuestra reunión para poder aspirar el aroma de los platillos y bebidas que tanto les gustaban, para compartir el ánima de todo lo que encuentran en su altar, para decirse en las fotografías que les demuestran que ya se han ido.

Lo más hermoso de esta tradición de los altares, es que invocan la vida. La vida del que se fue, la vida del que todavía anda corriendo mundo y los recuerda, la vida que necesariamente es principio y es final.

Hace más de veinte años, la Secretaría de Educación y Cultura de Veracruz implementó un programa que llevó por nombre La cultura veracruzana: Altares de Vida. Tenía como propósito fortalecer esta tradición que había ido perdiendo terreno frente a la invasión del norteamericano halloween. En las escuelas de educación básica y enseñanza media de toda la entidad se promovió que se montaran altares para los difuntos, lo que tuvo como resultado que a lo largo y ancho del territorio veracruzano, se revalorara una de las tradiciones más hermosas. Lo anterior fue un gran acierto, así como el nombre que enmarcó dichas acciones: Altares de vida, pues se trata de honrar la ausencia con la presencia de su recuerdo eterno; fiestas que son nuestro patrimonio cultural.

Estos días de difuntos, son más que nunca presencia viva, por la compañía que nos regalan y por la realidad que nos obsequian al mirarnos vivir.










lunes, 15 de octubre de 2012

La vitalidad del patrimonio cultural inmaterial



Lourdes Hernández Quiñones

A casi diez años de que la UNESCO formulara la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, nuestras herencias identitarias continúan enriqueciendo los rostros de los pueblos y el panorama de diversas expresiones: danzas, idiomas, gastronomías y otras más que sobreviven hasta el día de hoy gracias a la fuerza de las comunidades que reconocen en ellas las construcciones simbólicas que orientan, dan sentido y sustento a sus vidas. La reflexión en torno al patrimonio cultural inmaterial constituye, por ello, la oportunidad de revisar estas herencias culturales bajo la mirada de las comunidades donde han surgido y se han desarrollado, a la par de reconocerlas como procesos culturales vivos y en constante transformación.

Recientemente fue publicado el libro Compartir el patrimonio cultural inmaterial: narrativas y representaciones (1), coordinado por Lourdes Arizpe, quien ya en otros momentos nos había obsequiado dos hermosas ediciones sobre el tema con el sello de Miguel Ángel Porrúa y el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, titulados El patrimonio Cultural Inmaterial de México. Ritos y Festividades y El patrimonio cultural cívico. La memoria política como capital social.

Coeditado por la Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM,  como parte de la colección Memoria histórica, el libro Compartir el patrimonio cultural inmaterial: narrativas y representaciones presenta artículos de varios académicos, quienes coinciden en que debe ser la voz de las comunidades, la que guíe la selección del patrimonio cultural inmaterial con miras a su salvaguardia, por tratarse de una herencia viva relacionada con la construcción permanente y cambiante de identidades, así como de procesos simbólicos que constituyen las culturas de los diversos grupos sociales. Asimismo hay planteamientos críticos en torno a los mecanismos establecidos por la UNESCO para seleccionar  las expresiones propuestas para ser incluidas en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, de acuerdo con la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, dejando tal facultad a los Estados y no a las comunidades.

Lourdes Arizpe organizó los artículos de este libro en cuatro partes: 1) El patrimonio cultural inmaterial, un legado para compartir; 2) Patrimonio lingüístico, literario y cosmogónico; 3) Música: los giros de un patrimonio vivo; y 4) Patrimonio Cultural Inmaterial y migración; estructura que permite al lector asomarse por diversas miradas en torno a la cultura inmaterial, a partir de discursos que confluyen por múltiples direcciones.

Cécile Duvelle, Jefe de la Sección del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, titula su texto “Los instrumentos normativos internacionales de la UNESCO sobre cultura: una mirada al pasado, una mirada al futuro”; hace referencia a los 878 sitios culturales, naturales o mixtos que se han inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial y destaca que la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003 resulta trascendente para la preservación de las especificidades de las culturas y permite reconocer que se trata de un patrimonio vivo, fundamental para la continuidad de las comunidades en las que se crea, transmite y recrea: “la Convención confirma el carácter vivo del patrimonio inmaterial a diferencia de la conservación de formas petrificadas del patrimonio”, señala Duvelle.

Lourdes Arizpe, en “Fusión y fricción en la creatividad cultural”, destaca la importancia del patrimonio cultural inmaterial, ya que éste promueve una diversidad que es indispensable para la cooperación mundial y la sustentabilidad. Por otro lado, se refiere a  los alcances de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003, en tanto que busca un equilibrio entre lo individual y lo comunitario. Dado el carácter cambiante del patrimonio cultural inmaterial, por ser un patrimonio vivo, la investigadora del CRIM-UNAM plantea la urgencia de reflexionar en torno a los procesos metodológicos para reconocer y registrar aquellas producciones culturales que merecen ser incluidas en la lista para su preservación. Así, el  título del texto de Arizpe hace referencia a uno de los temas fundamentales para la cultura en el siglo XXI al que ya Néstor García Canclini, especialista en cultura, se había referido como la hibridación de las culturas; es decir, al ampliarse las posibilidades de comunicación y reducirse las distancias gracias a los adelantos tecnológicos, los pueblos tienen influencia unos en otros, de manera recíproca: “Reconociendo que si una manifestación comparte influencias culturales, éstas corren en ambas direcciones. De esta manera puede asegurarse el reconocimiento de la interculturalidad, es decir, la bidireccionalidad que hace que todas las culturas, aun aquellas consideradas como subalternas, tengan posibilidad de influir incluso sobre las dominantes:” (Arizpe, 2011).

En este mismo sentido se expresa Yvon Le Bot, investigador del Centre d´Analyse et  d´Intervention Sociologiques (CADIS), École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) en el texto “Migrantes transnacionales y reconstrucciones culturales”, cuando señala “El Patrimonio Cultural Intangible de los migrantes no se constituye meramente por los elementos culturales que llevan con ellos desde su salida de la comunidad o del barrio, sino por lo que van transformando e inventando en el camino, en el país de llegada, en sus idas y vueltas” .

El libro Compartir el patrimonio cultural inmaterial: narrativas y representaciones  plantea cuestionamientos y análisis de valor para la valoración profunda y auténtica de este patrimonio. A nueve años de que fuera aprobada la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, sería importante revisar los mecanismos para el registro e inventario de este patrimonio, y ampliar la participación de las comunidades para definir aquellas expresiones que a su juicio merecen ser inscritas en la lista de la UNESCO, por ser elementos constitutivos de su identidad, con  el propósito de evitar que intereses políticos o económicos se impongan sobre los culturales.






(1)   Arizpe Lourdes (coordinadora), Compartir el patrimonio cultural inmaterial: Narrativas y representaciones, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Universidad Nacional Autónoma de México, 1ª edición, 2011.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Ventana hacia el Sendero VIII



Los fondos de CONACULTA


Es importante reconocer que durante la presidencia de Felipe Calderón hubo logros en materia cultural, y también errores, desaciertos y omisiones.

Uno de los principales huecos que queda de años atrás, y que daña en mucho la gestión cultural en todo el país, es la falta de cumplimiento de las entidades en las aportaciones que les corresponden por los diversos programas, proyectos, subsidios y estímulos que desarrollan conjuntamente con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. La falta de rigor ha ocasionado que se sigan desarrollando acciones en materia cultural sólo con los fondos de CONACULTA sin que los estados otorguen el presupuesto para las mismas. Tal situación ha tenido como resultado que más de un gobierno estatal además de no aportar durante años las cantidades comprometidas para la actividad cultural, deje ir en sus discursos victoriosos la falsa idea de que impulsa la cultura.

Por ello, una tarea fundamental para el gobierno entrante, tendrá que centrarse en la revisión y fortalecimiento de los mecanismos que permitan garantizar y transparentar el cumplimiento de los compromisos financieros por parte de las entidades, y asimismo, que el presupuesto estatal destinado a la cultura se utilice para tal fin y no sea desviado para otros propósitos.

Para que la cultura sea una prioridad en las políticas públicas, deberá ser un compromiso compartido entre los tres niveles de gobierno con acciones puntuales y presupuestos que sirvan a tal interés universal y fundamental para el desarrollo humano.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ventana hacia el sendero VII


Palabras de Luto

¿Las librerías, esos centros distribuidores de conocimiento y de creación, deben ser tratadas como un comercio más, o se les debe dar la categoría de pequeñas y medianas empresas culturales, reconociendo su contribución social y favoreciendo su desarrollo?

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura efectuada en México, en el año 2006, la principal manera de tener acceso a los libros es mediante su compra en librerías, con un 45.7%, seguido del préstamo por un amigo o familiar, con 20.1%. Es decir, las librerías son un eslabón fundamental para el acceso a la lectura, que tiene que ver con el proceso cultural y educativo, con la distribución social del conocimiento y con la formación de mejores ciudadanos.

Lamentablemente, la librería Árbol de Lectura, en la ciudad de Xalapa, Veracruz, ha anunciado el cierre de la librería en esa ciudad capital; ya anteriormente, había cerrado la sucursal en Córdoba. Otra librería más, Librheras, fue vendida por su propietaria, ya que el panorama financiero era bastante obscuro y poco promisorio.

¿Qué pasará con esos libros que ahora pierden un centro de distribución?¿Qué responsabilidad tienen las editoriales en el complejo proceso editorial y de formación de lectores? Interrogantes que quedan para los ciudadanos. Cierra una librería más y siento que las palabras están de luto.


lunes, 17 de septiembre de 2012

Patrimonio y turismo cultural: una relación atrapada entre las identidades y la gentrification



(Segunda y última parte)

Lourdes Hernández Quiñones

En la primera parte de estos dos artículos nos referimos a la delicada relación entre patrimonio y turismo cultural, a partir de lo señalado en el libro Gestionar el patrimonio en tiempos de globalización, editado en el año 2010 por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y Juan Pablos Editor, como parte de la colección Biblioteca de Alteridades, que fuera coordinado por Eduardo Nivón y Ana Rosas Mantecón. Hicimos mención del concepto gentrification, utilizado por primera vez por Ruth Glass en 1963, para “designar el proceso de reocupación y elitización de antiguos barrios del centro de Londres” y de cómo tal concepto permeó las políticas urbanas en el mundo con los consecuentes riesgos para el patrimonio.

Sobre el mismo tema, Ana Rosas Mantecón ha intitulado su artículo incluido en este libro, El giro hacia el turismo cultural: participación comunitaria y desarrollo sustentable, en el que plantea que ante la crisis del turismo de masas se presenta el reto de desarrollar un turismo sustentable en lo ecológico, lo cultural, lo social y lo económico, y éste es el vinculado con el patrimonio. Rosas Mantecón aborda un tema delicado y polémico: la importancia de los medios de comunicación para la difusión del patrimonio, tanto local como global, pero al mismo tiempo su contribución a la banalización de las producciones culturales con la espectacularización de la vida misma. “Los gobiernos y las empresas multinacionales que ahora también gestionan el patrimonio son generalmente promotoras de uniformidad; en su búsqueda por atraer a los turistas, apelan a manifestaciones que homogeneizan las particularidades culturales”, dice la especialista en consumo cultural y recepción artística. Ante tal amenaza para la diversidad cultural, señala Rosas Mantecón, se requiere desarrollar una oferta cultural basada en la autenticidad y en acciones que promuevan la sensibilización de los visitantes hacia el patrimonio natural y cultural.

Por tal motivo, la especialista plantea que en los tiempos de globalización se requiere conciliar ambas actividades, turismo y preservación del patrimonio, para lo cual es necesario que se establezca un diálogo entre todos los actores involucrados con el propósito de definir estrategias de planeación, desarrollo, promoción y usos de los espacios patrimoniales. “El patrimonio puede ser impulsado y aprovechado en sus posibilidades de generación de empleo y recursos, pero también de enriquecimiento cultural de la ciudadanía por medio de la recreación de identidades, incorporación de valores culturales contemporáneos y fortalecimiento de canales de participación social”, concluye Rosas Mantecón.

Silvana Rubino, del Departamento de Historia de la Universidad  Estadual de Campinas, Brasil, retoma el concepto de gentrification en el artículo Ni terminadas ni lindas: ciudades y gestión de la memoria. Si bien se refiere a lo ocurrido en Brasil, las situaciones que plantea encuentran su reproducción en la mayoría de los países de América Latina, en las que los afanes modernizadores van ganando terreno a lo local. Allí, en el centro histórico de Salvador, en el estado de Bahía, se llevó a cabo un proceso de gentrification a través del cual el espacio fue ocupado por la iniciativa privada para usos comerciales orientados al turismo, principalmente  tiendas, bares, restaurantes y, posteriormente, posadas y hoteles. Como consecuencia de lo anterior, la población originaria fue expulsada, residiendo lejos de sus lugares de antaño o sólo retornando al barrio en la precaria condición de prestadores de servicios.

La sujeción a los intereses mercantiles y turísticos ha incidido, en casos como el mencionado, en la exclusión de los pobladores originales de los barrios y ciudades, así como en la pérdida de identidades locales. Ha faltado entablar un diálogo cultural para la definición de políticas culturales que garanticen la preservación y cuidado del patrimonio con respeto a las construcciones simbólicas de los distintos grupos de población en el mundo.

Paralelamente, urge incentivar políticas de desarrollo urbano con miras a la consideración de los patrimonios, las diversidades, las necesidades de los pobladores. No pueden existir procesos de gentrification, si a la par no se responde a los requerimientos de vivienda, de vialidad o alumbrado público; sólo se puede pensaren una ciudad que responda a los intereses del turismo, si en ésta están cubiertos los servicios básicos de toda la población. En la acción de gobernar, se trata de fomentar una acción horizontal en la que prive la posibilidad del diálogo como premisa para la construcción de nuevas ciudades, incluyentes y promotoras del bienestar común.




martes, 11 de septiembre de 2012

Ventana hacia el Sendero VI



De teatro, teatreros y la formación de nuevos públicos

Cuando las artes democratizan su quehacer y crecen entre nuevos públicos, multiplicando las posibilidades para que hombres y mujeres tengan un encuentro con alguna manifestación cultural, éstas se dignifican; su discurso se magnifica al  ampliar su cobertura y compartir la expresión estética con espectadores diversos. Se vive el arte desde la democratización cultural, desde la realidad que nos demuestra una y otra vez que en México, la ética y la estética están lejos de los ciudadanos comunes. Que la educación artística es una asignatura casi ausente de las aulas de educación básica. Que nuestro país tendría ciudadanos más críticos y participativos si las posibilidades para imaginar y crear fueran oportunidades de la vida cotidiana desde la infancia.
Por ello, cuando en un fin de semana se suman dos experiencias de un teatro vivo, sensible a la experiencia diaria, inteligente y vital, uno no puede sino reconocer la emoción de haber contemplado-por lo menos durante unos instantes-la posibilidad de un mundo nuevo.
Hacia la democratización cultural I
Se trata del grupo Literateatro que dirige Mercedes Huerta, mujer de teatro que desde hace años se ha dedicado a promover y hacer teatro con los niños. De esta manera, al involucrarlos en todo lo que implica la aventura de un montaje teatral, los niños y niñas viven con toda intensidad la experiencia estética. El montaje de la obra El Avaro, de Moliére, con niños y niñas actores ha sido  una experiencia muy rica de teatro profesional, tanto por la calidad en la dirección, que es especialmente brillante; la escenografía, respetuosa del texto, austera pero eficaz para ubicar al espectador en el tiempo; y, principalmente, el talento entre actores y actrices que dejan ver el maravilloso trabajo de Mercedes para formar nuevos públicos para las artes escénicas.
Hacia la democratización cultural II
Por otro lado, el proyecto de teatro Transeúnte, promovido por compañías independientes de Xalapa, una idea concebida por Hugo López e Isaac Acosta, quienes animados por la idea y la convicción de que el teatro nace en la calle, se han dado a la  maravillosa tarea de presentarse en espacios públicos de comunidades y pequeñas ciudades donde-quizás-nunca han tenido la experiencia mágica del teatro. Esta iniciativa ha sido apoyada por varias instituciones públicas  del estado de Veracruz y los municipios donde se realizan las presentaciones. ¡Enhorabuena por este trabajo cultural!

lunes, 10 de septiembre de 2012

Patrimonio y turismo cultural: una relación atrapada entre las identidades y la gentrification



(Primera de dos partes)

Lourdes Hernández Quiñones

Eduardo Nivón y Ana Rosas Mantecón coordinaron el libro Gestionar el patrimonio en tiempos de globalización, editado en el año 2010 por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y Juan Pablos Editor como parte de la colección Biblioteca de Alteridades, una publicación indispensable y fundamental para todos aquellos que se dedican a la promoción, preservación, difusión  y cuidado del patrimonio cultural.  En ésta se reúnen las voces de 8 especialistas en el tema y las propias de Nivón y Rosas Mantecón, quienes arrojan cuestionamientos profundos en torno a la relación entre patrimonio y turismo, identidades y territorios, modernidad y tradición y un tema que permea la visión crítica de los distintos autores en torno al término  inglés gentrification, entendido como el ennoblecimiento o sofisticación del patrimonio. Se trata de un llamado a la reflexión en torno a la memoria misma.

En el capítulo Del patrimonio como producto. La interpretación del patrimonio como espacio de intervención cultural, Eduardo Nivón se refiere a los cambios en las maneras de entender el patrimonio, al debilitarse los Estados modernos. Derivado de lo anterior, se ha modificado el sentido legitimador del patrimonio para convocar a lo nacional, y se ha fortalecido el sentido del mismo en las regiones. Nivón hace un recorrido por el siglo veinte y pone el acento en el último tercio, momento en que el patrimonio empieza a considerarse como un producto que se ofrece en un mercado de bienes simbólicos.

El término gentrification es introducido en el libro por Rogerio Proenca Leite, de la Universidad Federal de Sergipe, en Brasil, con el artículo Patrimonio cultural y gentrification en el Brasil contemporáneo: balances y perspectivas. Proenca Leite parte del planteamiento de la importancia política que tiene el patrimonio cultural, derivada de la convergencia simbólica  que representa para un grupo de personas; es decir, se trata de una convención que puede obedecer a intereses particulares, aunque su sentido original se refiera a connotaciones de identidad para la población originaria y, por ello, representa una fortaleza para los grupos culturales de ciertas regiones.

Es el interés político el que dio origen al término gentrification, utilizado por primera vez por Ruth Glass en 1963, para “designar el proceso de reocupación y elitización de antiguos barrios del centro de Londres”. Tal expresión, a decir de Porneca, dio lugar a una estrategia global de planeamiento urbano, y en las grandes ciudades como Nueva York, Barcelona o Londres se dieron procesos de gentrification en antiguos barrios históricos, transformándolos en centros de consumo para las clases de sectores socioeconómicos medios y altos. Sin embargo, la resultante de estos procesos de cambio de uso del patrimonio, en particular de monumentos arquitectónicos en desuso, es que se vuelven espacios excluyentes para la población del lugar. Lo anterior se debe a que el patrimonio pasa de ser considerado “bien simbólico” a ser tratado como “mercancía cultural”.

Como parte de lo anterior, señala Proenca Leite, los responsables de las políticas urbanas seleccionan aquellos bienes que potencialmente pueden corresponder a las expectativas de recuperación económica de las inversiones privadas, y se presta menos atención a los significados propiamente históricos y arquitectónicos. Para responder a tales intereses, se da una elitización de los espacios mediante una estética que responde a los estilos de vida de una clase media urbana, con la consecuente alteración del contenido tradicional de los patrimonios. Proenca alerta sobre tales decisiones: “La transformación de las costumbres locales en reliquias, como forma de relocalizar o reubicar la tradición  en contextos marcados por la destradicionalización, que puede ser entendida exactamente como la remodelación de las costumbres locales por las influencias externas, mediante la cual tales costumbres continúan existiendo bajo una forma alterada en sus significados, como reliquia o hábito” (2010). Más adelante señala la que parecer ser la premisa que sostiene el concepto de gentrification: “La destradicionalización sería, de esa manera, un componente importante para adecuar tradiciones y patrimonios a las demandas turísticas de entretenimiento, descanso, tiempo libre y consumo, a la vez que promovería lo que podríamos denominar la ‘deglución’, ‘devoración’ o ‘digestión’ del patrimonio: es decir, prácticas exacerbadas y al mismo tiempo desterritorializadas de un consumo alterado cuyo objeto sería una tradición reinventada y no esencialista”.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Ventana hacia el Sendero V

En estos días se han realizado distintas actividades en el mundo, con motivo de celebrarse los 40 años de la Convención sobre la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. Hoy, más que nunca, se requiere reflexionar en torno a lo señalado en dicho documento, ante los diversos usos que se da al patrimonio  y que, en muchos casos, tienen que ver más con intereses particulares (en la mayoría de los casos económicos) y no con lo referente al valor simbólico o identitario del mismo.

Tal reflexión puede acompañarse con la  lectura de publicaciones que se han editado recientemente como las que a continuación se enlistan y que serán motivo en fecha próxima de una reseña en este espacio:

Nivón, Eduardo y Rosas Mantecón Ana, Gestionar el patrimonio en tiempo de globalización,Universidad Autónoma Metropolitana, 1a edición,  México 2010.

Arizpe Lourdes (Coordinadora), Amescua Cristina, Pérez Edith, Pérez Erika, Hernández Alejandro, El Patrimonio Cultural Cívico, La memoria política como capital social, Miguel Ángel Porrúa y H. Cámara de Diputados LXI Legislatura, 1a edición, México, 2011.

Arizpe Lourdes, El Patrimonio Cultural Inmaterial de México, Ritos y Festividades, Universidad Nacional Autónoma de México, Miguel Ángel Porrúa, 2a edición, México, 2011.


lunes, 23 de julio de 2012

Ventana hacia el sendero IV

La definición de la elección presidencial en México tendría que plantearse a partir de la comprensión de la complejidad cultural que encierra el proceso para la renovación del titular del poder ejecutivo. Cultural, en tanto que se trata de la opción para transitar hacia un proyecto de país deseable por la mayoría, proceso que toca varias aristas de construcciones simbólicas:


1. Por un lado, la demanda de un sector de la población para que las dos cadenas de televisión que ostentan el control de los medios, ofrezcan información plural y veraz; que dejen de ser los monopolios televisivos los que controlen los procesos políticos a partir del manejo parcial de la información. Y, al lado de esto, que se haga una televisión de calidad, y no una programación que sólo contribuye al enajenamiento de la sociedad.


2. La reconstrucción del  país a partir de la urgencia de retomar valores que tienen que ver con el humanismo, en contraposición a la barbarie del consumismo, la corrupción y la impunidad que laceran cada vez más a la sociedad. Es decir, de recuperar el valor y el sentido de conceptos como la honestidad, el compromiso social, la colaboración y solidaridad; así como el sentido comunitario. 


3. La urgencia de que los gobernantes asuman una horizontalidad en sus decisiones y se tornen más sensibles hacia los verdaderos problemas de la población.


4. La necesidad de definir desde dónde dirigir  las acciones de gobierno a partir de la globalidad que vulnera el desarrollo local de las comunidades pero que a la vez puede ser una oportunidad para crecer hacia el mundo.



viernes, 6 de julio de 2012

Ventana hacia el Sendero III

En el mes de junio, fue presentado el documento 10 COMPROMISOS INDISPENSABLES EN LA POLÍTICA CULTURAL 2012-218, elaborado y promovido por los especialistas en diversos ámbitos de la cultura Ricardo Fuentes, Déborah Holtz y Lucina Jiménez. Esta propuesta ha sido firmada por más de 500 personas relacionadas con el arte y la cultura.

Entre lo planteado en este manifiesto que ha sentado las bases para la inclusión de las políticas culturales en la Agenda Pública de México como un asunto fundamental para la reconstrucción del país, se plantea:


1)    Incluir a la cultura y las artes dentro del Plan Nacional de Desarrollo como un tema común y articulado en los planes sectoriales de educación, desarrollo social, economía, salud, turismo, medio ambiente, comunicación, seguridad pública y relaciones internacionales como lo señala la Ley de Planeación reformada el pasado 27 de enero de 2012.

Se trata de un llamado a la conciencia y a la acción cultural.

Para conocer el documento completo se puede consultar las direcciones siguientes:



miércoles, 4 de julio de 2012

Políticas Públicas de Cultura, la ausencia permanente


(Tercera y última parte)
Lourdes Hernández Quiñones

I.Cimientos

Hace treinta años, del 26 de julio al 6 de agosto de 1982, se celebró en México la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, de la que derivaría la Declaración correspondiente en la que se incluyó la definición de Cultura que continúa  vigente hasta nuestros días:

La cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. (1)

Asimismo la Declaración de México estableció hace tres décadas que “la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden”.

Si bien es cierto que en 1982 todavía no se tratarían asuntos como las nuevas tecnologías de la información, la Declaración de México estableció varios principios que tienen mayor fuerza en el contexto de la sociedad mundial globalizada. En el tema de Identidad Cultural, el inciso 4 habla de la importancia que tienen todas las culturas como parte del patrimonio común de la humanidad y puntualiza que “La identidad cultural de un pueblo se renueva y enriquece en contacto con las tradiciones y valores de los demás. La cultura es diálogo, intercambio de ideas y experiencias, apreciación de otros valores y tradiciones, se agota y muere en el aislamiento”, premisas que en el año 2005 serían los cimientos para la Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las Expresiones Culturales.

Asimismo la Declaración de México incluye apartados temáticos de gran relevancia como el correspondiente a la Dimensión Cultural del Desarrollo, Cultura y Democracia, y Relaciones entre cultura, educación, ciencia y comunicación. Quisiera detenerme en el que hace referencia al tema Creación Artística e Intelectual y educación artística. El inciso 29 de este apartado señala: “El desarrollo y promoción de la educación artística comprende no sólo la elaboración de programas específicos que despierten la sensibilidad artística y apoyen a grupos e instituciones de creación y difusión, sino también el fomento de actividades que estimulen la conciencia pública sobre la importancia social del arte y de la creación intelectual”.

II. La unión de la Esperanza y la Conciencia

El planteamiento de estimular en la conciencia pública la trascendencia social del arte y la creación resulta fundamental ante un mundo de exigencias mayores y retos para la creatividad y la imaginación. De allí la relevancia de revisar el tema de las políticas culturales. En este sentido, destaca la propuesta formulada en días recientes por Ricardo Fuentes, experto en legislación cultural, Deborah Holtz, editora, y Lucina Jiménez, investigadora especializada en políticas culturales, con el título 10 Compromisos Indispensables en la Política Cultural 2012-2018, documento que en el marco del relevo presidencial en México, fuera entregado a los cuatro candidatos a la Presidencia y que hasta el pasado 24 de junio había sido  rubricado por más de 500 promotores culturales, escritores, investigadores de los procesos culturales y las políticas públicas, editores y artistas.

Desde un análisis crítico y una reflexión seria y comprometida, Ricardo Fuentes, Deborah Holtz y Lucina Jiménez elaboraron un documento que sintetiza las premisas fundamentales de la Declaración de México sobre las Políticas Culturales en 1982, y los tres especialistas devuelven así a la cultura, el lugar que debe ocupar en la Agenda Pública. Los diez compromisos que podrían ser los principios del Programa Nacional de Cultura 2012-2018, son los siguientes:

1.    Incluir a la cultura y las artes dentro del Plan Nacional de Desarrollo como un tema común y articulado en los planes sectoriales de educación, desarrollo social, economía, salud, turismo, medio ambiente, comunicación, seguridad pública y relaciones internacionales como lo señala la Ley de Planeación reformada el pasado 27 de enero de 2012.

2.    Respetar escrupulosamente las culturas y la diversidad lingüística de los pueblos autóctonos u originarios, comunidades y de las culturas populares y reconocer sus derechos a gestionar su patrimonio cultural, para lo cual es necesario la creación de fondos de inversión e innovación y una legislación que les otorgue personalidad jurídica que les permita su defensa y aprovechamiento. Este es un factor de justicia social.

3.    Asumir que la cultura es también un sector productivo, y por ello debe tener acceso a créditos, estímulos económicos y fiscales diseñados de acuerdo con sus propias características, atendiendo prioritariamente a los colectivos juveniles, a la micro, pequeña y mediana empresa y organizaciones culturales civiles. La muy diversa industria cultural puede generar mayores dividendos sociales y económicos si se le da acceso a nuevas formas de gestión, a redes internacionales de intercambio, coproducción y cooperación; es decir, si se propicia la intervención de diversos actores culturales, y el gobierno deja de ser el único (o muy principal) promotor en este ramo. El Estado debe invertir en cultura, pero sobre todo, ser facilitador de la participación de otros agentes.

4.    Poner fin a la discrecionalidad en la distribución de fondos públicos para la cultura y las artes, definiendo reglas claras para el financiamiento público de instituciones, entidades federativas y sociedad civil, a partir de criterios de descentralización, inclusión y beneficio social.
5.    Proponer los cambios legislativos y tomar las medidas necesarias para incluir la educación artística, digital y audiovisual en el sistema educativo nacional y el uso cultural de los medios de comunicación.

6.  Diseñar estrategias de promoción, difusión y fomento de la cultura y las artes a nivel internacional acordes a la política cultural de Estado y crear nuevas estrategias de promoción cultural, acordes a los cambios que demanda el avance tecnológico.

7.    Impulsar la reforma de las instituciones públicas encargadas de las políticas culturales y que hoy consumen la mayor parte de los recursos en gasto burocrático y diseñar un sistema de planeación y evaluación que permita tener indicadores de desempeño e impacto social.

8.    Fortalecer y ampliar políticas de fomento a las diversas ramas y actividades del sector, que estimulen la inversión pública y privada, al igual que la creación de fundaciones, colecciones, instituciones, centros culturales juveniles y otras pequeñas iniciativas  no gubernamentales o mixtas, que brinden beneficios colectivos y comunitarios en este campo.

9.  Crear programas de formación en gestión, administración y comunicación cultural para responsables del sector a nivel federal, estatal y municipal así como para organizaciones culturales y artísticas.

10.  Tener claro que quien dirija la institución rectora del sector, deberá tener la capacidad para articular una política pública de Estado, fincada en el diálogo con las comunidades culturales, instituciones y empresas, tomando en cuenta experiencias locales e internacionales exitosas. Esta persona deberá tener experiencia probada en su quehacer, contar con una visión amplia, desprejuiciada e incluyente del inacabable terreno de nuestra cultura, y gozar del respeto de los protagonistas de estos procesos.


III. México posible

En el año 2009 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el cual se adiciona un párrafo noveno al Artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que hace referencia al derecho que tiene toda persona al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales; asimismo se instituyó la obligación del Estado de promover los medios para la difusión y el desarrollo de la cultura. 

Sin embargo, a tres años de la Reforma Constitucional, no se ha expedido la Ley reglamentaria. De allí la importancia de contemplar en una justa dimensión la trascendencia de las políticas públicas en materia de cultura, de cara a la reconstrucción de un México fracturado socialmente, cuyo baluarte y fortaleza en el contexto mundial sigue siendo su cultura.