martes, 30 de octubre de 2012

La reunión con nuestros fieles difuntos


El amor y la dedicación para preparar los platillos y los altares, así como los demás detalles de la ceremonia en torno a los fieles difuntos, es una tradición que tiene mucho que ver con la creencia de que todos nos reencontraremos en algún lugar cuando traspasemos la línea que marca el final de nuestro días.

Elena Garro, escritora, dramaturga profunda de voz poética y maravillosa escribió su obra Un hogar sólido, que trata sobre la convivencia de varios difuntos en la cripta familiar. Llena de humor y metáforas, al llegar los días de muertos siempre la recuerdo y repaso de memoria algunos de sus diálogos. Así imagino a nuestros amigos y familiares que se nos han adelantado en esta aventura de vida, en una reunión eterna-siendo espíritu, siendo viento-, en comunión con las estrellas,  acompañados por recuerdos que siempre vuelven a ser un hoy cuando se comparten.

Silba ya el viento que se murmura en los labios de nuestros muertitos, y ese mismo aire que es vida  y que es muerte acaricia nuestros rostros anunciando presencias de aquellos que vienen invitados a nuestra reunión para poder aspirar el aroma de los platillos y bebidas que tanto les gustaban, para compartir el ánima de todo lo que encuentran en su altar, para decirse en las fotografías que les demuestran que ya se han ido.

Lo más hermoso de esta tradición de los altares, es que invocan la vida. La vida del que se fue, la vida del que todavía anda corriendo mundo y los recuerda, la vida que necesariamente es principio y es final.

Hace más de veinte años, la Secretaría de Educación y Cultura de Veracruz implementó un programa que llevó por nombre La cultura veracruzana: Altares de Vida. Tenía como propósito fortalecer esta tradición que había ido perdiendo terreno frente a la invasión del norteamericano halloween. En las escuelas de educación básica y enseñanza media de toda la entidad se promovió que se montaran altares para los difuntos, lo que tuvo como resultado que a lo largo y ancho del territorio veracruzano, se revalorara una de las tradiciones más hermosas. Lo anterior fue un gran acierto, así como el nombre que enmarcó dichas acciones: Altares de vida, pues se trata de honrar la ausencia con la presencia de su recuerdo eterno; fiestas que son nuestro patrimonio cultural.

Estos días de difuntos, son más que nunca presencia viva, por la compañía que nos regalan y por la realidad que nos obsequian al mirarnos vivir.










lunes, 15 de octubre de 2012

La vitalidad del patrimonio cultural inmaterial



Lourdes Hernández Quiñones

A casi diez años de que la UNESCO formulara la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, nuestras herencias identitarias continúan enriqueciendo los rostros de los pueblos y el panorama de diversas expresiones: danzas, idiomas, gastronomías y otras más que sobreviven hasta el día de hoy gracias a la fuerza de las comunidades que reconocen en ellas las construcciones simbólicas que orientan, dan sentido y sustento a sus vidas. La reflexión en torno al patrimonio cultural inmaterial constituye, por ello, la oportunidad de revisar estas herencias culturales bajo la mirada de las comunidades donde han surgido y se han desarrollado, a la par de reconocerlas como procesos culturales vivos y en constante transformación.

Recientemente fue publicado el libro Compartir el patrimonio cultural inmaterial: narrativas y representaciones (1), coordinado por Lourdes Arizpe, quien ya en otros momentos nos había obsequiado dos hermosas ediciones sobre el tema con el sello de Miguel Ángel Porrúa y el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, titulados El patrimonio Cultural Inmaterial de México. Ritos y Festividades y El patrimonio cultural cívico. La memoria política como capital social.

Coeditado por la Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM,  como parte de la colección Memoria histórica, el libro Compartir el patrimonio cultural inmaterial: narrativas y representaciones presenta artículos de varios académicos, quienes coinciden en que debe ser la voz de las comunidades, la que guíe la selección del patrimonio cultural inmaterial con miras a su salvaguardia, por tratarse de una herencia viva relacionada con la construcción permanente y cambiante de identidades, así como de procesos simbólicos que constituyen las culturas de los diversos grupos sociales. Asimismo hay planteamientos críticos en torno a los mecanismos establecidos por la UNESCO para seleccionar  las expresiones propuestas para ser incluidas en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, de acuerdo con la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, dejando tal facultad a los Estados y no a las comunidades.

Lourdes Arizpe organizó los artículos de este libro en cuatro partes: 1) El patrimonio cultural inmaterial, un legado para compartir; 2) Patrimonio lingüístico, literario y cosmogónico; 3) Música: los giros de un patrimonio vivo; y 4) Patrimonio Cultural Inmaterial y migración; estructura que permite al lector asomarse por diversas miradas en torno a la cultura inmaterial, a partir de discursos que confluyen por múltiples direcciones.

Cécile Duvelle, Jefe de la Sección del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, titula su texto “Los instrumentos normativos internacionales de la UNESCO sobre cultura: una mirada al pasado, una mirada al futuro”; hace referencia a los 878 sitios culturales, naturales o mixtos que se han inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial y destaca que la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003 resulta trascendente para la preservación de las especificidades de las culturas y permite reconocer que se trata de un patrimonio vivo, fundamental para la continuidad de las comunidades en las que se crea, transmite y recrea: “la Convención confirma el carácter vivo del patrimonio inmaterial a diferencia de la conservación de formas petrificadas del patrimonio”, señala Duvelle.

Lourdes Arizpe, en “Fusión y fricción en la creatividad cultural”, destaca la importancia del patrimonio cultural inmaterial, ya que éste promueve una diversidad que es indispensable para la cooperación mundial y la sustentabilidad. Por otro lado, se refiere a  los alcances de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003, en tanto que busca un equilibrio entre lo individual y lo comunitario. Dado el carácter cambiante del patrimonio cultural inmaterial, por ser un patrimonio vivo, la investigadora del CRIM-UNAM plantea la urgencia de reflexionar en torno a los procesos metodológicos para reconocer y registrar aquellas producciones culturales que merecen ser incluidas en la lista para su preservación. Así, el  título del texto de Arizpe hace referencia a uno de los temas fundamentales para la cultura en el siglo XXI al que ya Néstor García Canclini, especialista en cultura, se había referido como la hibridación de las culturas; es decir, al ampliarse las posibilidades de comunicación y reducirse las distancias gracias a los adelantos tecnológicos, los pueblos tienen influencia unos en otros, de manera recíproca: “Reconociendo que si una manifestación comparte influencias culturales, éstas corren en ambas direcciones. De esta manera puede asegurarse el reconocimiento de la interculturalidad, es decir, la bidireccionalidad que hace que todas las culturas, aun aquellas consideradas como subalternas, tengan posibilidad de influir incluso sobre las dominantes:” (Arizpe, 2011).

En este mismo sentido se expresa Yvon Le Bot, investigador del Centre d´Analyse et  d´Intervention Sociologiques (CADIS), École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) en el texto “Migrantes transnacionales y reconstrucciones culturales”, cuando señala “El Patrimonio Cultural Intangible de los migrantes no se constituye meramente por los elementos culturales que llevan con ellos desde su salida de la comunidad o del barrio, sino por lo que van transformando e inventando en el camino, en el país de llegada, en sus idas y vueltas” .

El libro Compartir el patrimonio cultural inmaterial: narrativas y representaciones  plantea cuestionamientos y análisis de valor para la valoración profunda y auténtica de este patrimonio. A nueve años de que fuera aprobada la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, sería importante revisar los mecanismos para el registro e inventario de este patrimonio, y ampliar la participación de las comunidades para definir aquellas expresiones que a su juicio merecen ser inscritas en la lista de la UNESCO, por ser elementos constitutivos de su identidad, con  el propósito de evitar que intereses políticos o económicos se impongan sobre los culturales.






(1)   Arizpe Lourdes (coordinadora), Compartir el patrimonio cultural inmaterial: Narrativas y representaciones, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Universidad Nacional Autónoma de México, 1ª edición, 2011.