domingo, 23 de junio de 2013

La Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil de Xalapa


Lourdes Hernández Quiñones
Universidad Pedagógica Veracruzana

(Ponencia presentada durante el Coloquio de Investigación “La Gestión Cultural en México. Reflexiones desde lo local”, realizado los días 20 y 21 de junio en la ciudad de Xalapa, Veracruz)


Compartiré con ustedes algunos comentarios y consideraciones en torno a la Feria Nacional del libro Infantil y juvenil que tuve la fortuna de coordinar durante diecisiete años, en la ciudad de Xalapa, y que afortunadamente es un proyecto que sigue vivo en la escena cultural.

I.Prólogo

En el año de 1990, la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en coordinación con diversas instancias estatales dieron inicio al Programa de Fomento a la Lectura Las Cuatro Estaciones del Libro. El nombre de dicho proyecto no era gratuito. Se trataba de desarrollar actividades con cierta regularidad, para promover la lectura al iniciar, cuando menos, cada una de las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno; la iniciativa contemplaba, fundamentalmente, la realización de ferias del libro en cada una de las entidades  de nuestro país. El Programa de Fomento a la lectura estableció una serie de lemas para dar continuidad a las acciones: “Recibe la primavera con un libro”, “Este verano, vacaciona con un libro”, “En otoño los libros no se deshojan” y “En invierno los libros piden posada”.

El propósito que se perseguía con diversas actividades de fomento a la lectura, entre las que estaban las ferias del libro, era sumarse a la propuesta de la Asamblea General de las Naciones Unidas para desarrollar un Plan que erradicara el analfabetismo en el mundo antes del año dos mil. A trece años de que finalizó el milenio, lamentablemente no se logró el propósito planteado por la ONU: En Veracruz tenemos, todavía, 11.4% de analfabetas del total de su población, es decir, 871 mil 324 de personas que no saben leer no escribir (1); en México existen casi 7 millones (2); y en el mundo, 793 millones (3).

A partir de ese año nacieron varias ferias del libro Infantiles y juveniles. De las  que surgieron hace 24 años, sólo subsisten la de León, Guanajuato, que por cierto ya no lleva el adjetivo de Infantil y Juvenil,  y la de Xalapa, Veracruz; aunque hay que decir que a lo largo de este casi cuarto de siglo, han nacido otras ferias y festivales en torno al libro y la lectura y, lo más importante, numerosas iniciativas para promover la lectura desde instituciones públicas y privadas y desde la sociedad civil.

II:Las primeras páginas
La Feria del Libro Infantil y Juvenil de Xalapa surgió, como ya se dijo, en el año 1990, en un contexto ideal para su desarrollo, bajo la tutela de la Secretaría de Educación y Cultura (en ese entonces, en el estado de Veracruz,  la cultura todavía estaba vinculada con el sector educativo). Dada la estructura de esta dependencia, donde se encontraba la Coordinación estatal de Bibliotecas, el proyecto quedó en la Dirección General de Educación Popular cuyo titular era el Maestro Francisco Alfonso Avilés; y por estar al frente del Departamento de Prensa y Ediciones Pedagógicas, se encomendó a la autora de estas líneas la responsabilidad para coordinar el proyecto naciente, junto con un equipo extraordinario de la Secretaría mencionada y, además, la suma de otras instituciones de gobierno como el Instituto Veracruzano de la Cultura, el Ayuntamiento de Xalapa, la Procuraduría Federal del Consumidor y la Universidad Veracruzana. Todas estas dependencias asumieron como propio el trabajo. Es importante subrayar que en esa época existía en Veracruz y en cada una de las entidades del país, el Comité Sectorial de Educación Pública, Cultura, Recreación y Deporte, COSECRED (4)  organismo que coordinaba las actividades que se desarrollaban en esos rubros. En el caso de Veracruz, dicho comité operaba bien,  permitía sumar esfuerzos,  optimizar presupuestos y  evitaba duplicar acciones. Además, en ese momento las instituciones públicas todavía tenían credibilidad.

Eran momentos para crear, para inventar, para construir cimientos sólidos y sentar precedentes. La oferta cultural que existía en la ciudad de Xalapa en ese momento se limitaba a la de la Universidad Veracruzana; la naciente Secretaría de Educación y Cultura desarrollaba apenas algunas acciones. Sin embargo, existían pocas actividades y el movimiento artístico independiente era todavía incipiente en la escena cultural. La población de la ciudad de Xalapa en el año 1990 era de 288 mil 454 habitantes (5). En ese contexto y bajo el amparo institucional del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Secretaría de Educación y Cultura del Gobierno del Estado de Veracruz se inaugura la Primera Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil con el inicio del verano en el Colegio Preparatorio de Xalapa, un histórico y hermoso edificio del siglo XIX.

Durante el primer año de la feria fue muy importante la asesoría de la Dirección General de Publicaciones de CONACULTA, pues los organizadores locales no habíamos tenido una experiencia similar. Así, el programa de actividades se constituyó de acuerdo con el esquema que se seguía para la organización de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, FILIJ: talleres, presentaciones editoriales, conferencias, mesas redondas, ciclo de cine, grupos artísticos y actividades especiales. A partir de la segunda feria los contenidos se definían colectivamente en reuniones a las que asistían los representantes de las diversas instituciones participantes De esta manera, la Feria empezó a reconocerse como un espacio cultural que promovía el encuentro de lo nacional con lo local.

III. Otros rostros, otros quehaceres

Durante 23 años la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil ha pasado por cinco gobernadores, seis Secretarios de Educación y 9 directores del Instituto Veracruzano de la Cultura. La feria ha vivido lo bueno y lo malo que significa estar bajo la tutela de las instituciones públicas.

Hoy presenta un rostro distinto al de 1990; quizás un tanto desgastada, víctima de varios factores, entre los que se encuentra la reducción de su presupuesto, pues se hace sólo con lo destinado por CONACULTA y la aportación del Gobierno del Estado es mínima; asimismo sufre las consecuencias del crecimiento de la ciudad y del aumento en el número de sus habitantes. Sin embargo, los “niños feria” (como se llaman orgullosamente aquellos jóvenes que crecieron con la feria del libro)  hoy son papás que llevan a sus hijos a la feria; y los padres de entonces, se pasean por el recinto acompañados por sus nietos. La Feria es una actividad que pertenece a varias generaciones y, por ello es querida y reconocida por muchos como propia, pues en sus instalaciones se han construido múltiples historias personales y familiares, de la propia ciudad y  del estado. Gracias a la movilización de la población y de los libreros locales, se logró evitar que en el año 2005 la Feria del Libro Infantil y Juvenil se fusionara con la Feria Internacional del Libro Universitario. Por razones desconocidas, el entonces Secretario de Educación y Cultura, consideró que la Feria del Libro Infantil y Juvenil  debía desaparecer. Afortunadamente pudo evitarse lo anterior y ahora Xalapa es una ciudad afortunada pues cuenta con dos ferias del libro en el año, con dos perspectivas diferentes.

IV.Los rostros culturales de Xalapa: consumo y oferta cultural ante el nuevo milenio
La Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil es un proyecto vivo y, por ello, resulta afectada por los contextos locales, nacionales y globales. Las circunstancias que rodearon su nacimiento, en 1990, ya no son las mismas 23 años después. Actualmente, y de acuerdo con las últimas cifras del, INEGI, la población de Xalapa es de  457 mil 928 habitantes, es decir, casi 170 mil habitantes más que cuando inició el proyecto Las cuatro estaciones del libro.

Los que vivimos en esta ciudad hemos visto con preocupación cómo a partir del año 2000, se inicia un proceso de crecimiento desordenado e intenso que ha modificado los hábitos de sus pobladores: nuevas plazas comerciales han suplido a los lugares de reunión habituales como parques y cafés; el centro de la ciudad es cada vez más caótico por la cantidad de vehículos, y las personas prefieren encontrarse en sitios donde haya espacio para estacionar sus coches. Así, parte del consumo cultural se ha reubicado en estos nuevos lugares de encuentro. Por otro lado, las condiciones de inseguridad que privan en muchas de las ciudades del país, se han extendido también a Xalapa y, por ello,  los pobladores han modificado sus hábitos recreativos, alejándose de los espacios públicos para recluirse en zonas privadas donde se sienten más tranquilos.

Xalapa era una ciudad tan segura hace veinte años, que hubo un tiempo en que a la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil de Xalapa, se le llamó la guardería más grande de la ciudad, pues los padres de familia dejaban a sus hijos en la mañana en la puerta del Colegio Preparatorio, sede de la feria, aun cuando no habían abierto las instalaciones, los recogían a la hora de la comida o los llevaban con su lunch, y por la tarde se encontraban con ellos en el recinto ferial para disfrutar juntos algunas de las actividades. Sucedió alguna mañana que un pequeño de seis años, inquieto ya porque se hacía tarde para irse a la feria, y no quería perder su lugar en los talleres, mientras la mamá se bañaba decidió adelantarse y se fue caminando al recinto ferial. Claro, cuando la mamá salió del baño y no lo encontró se preocupó horriblemente, pero imaginó que Ángel se había ido a la feria, por lo que presurosa se fue a buscarlo a uno de los talleres que más le gustaban y allí lo encontró.

En la última década se han modificado las prácticas y hábitos culturales, así como las formas en que nos apropiamos de los bienes y servicios culturales, esto, como resultado de los cambios en las formas de concebir el tiempo y el espacio, resultado del desarrollo acelerado de las tecnología de la información. En este proceso la sorpresa y la capacidad de asombro han disminuido y, con ello, cada día es más difícil seducir a la población para que acuda a nuestras actividades culturales. ¿Cómo lograr que un niño se sienta atrapado, fascinado por algo, si cotidianamente encuentra esa posibilidad a través del uso de las nuevas tecnologías de la información, si con sólo tener en la mano un celular o una Tablet, puede trasladarse a otros países, a otros planetas?

Hace más de veinte años, el escenario cultural y creativo era habitado por escritores, pintores, músicos, escultores, artesanos, actores, sus obas y producciones. El mundo de la imaginación, el pensamiento y la creatividad nos era compartido por artistas e intelectuales. Ahora, el papel principal en el terreno de la imaginación pareciera estar ocupado sólo por las nuevas tecnologías y aquellos que desarrollan todas sus posibilidades.

En algún momento, la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil construyó su propio espacio que llamó Casa del Cuento, lugar donde se creaban escenografías que representaban escenas de algunos libros para niños, donde también tenían lugar actividades de fomento a la lectura, actuación de cuentacuentos y concursos para los niños. Era, afortunadamente, un espacio muy visitado por niños y niñas acompañados por sus papás, pues era la posibilidad de entrar al espacio poético, a ese lugar de imaginación.Hoy ese espacio ya no existe.

En el año 1995, Fidel, un niño de ocho años, me entregó una carta que como despedida decía: “Quiero que la feria del libro dure todo el año”. Me atrevo a afirmar que por muchos años, la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil logró hacer realidad los sueños de muchos niños, jóvenes y adultos. Apenas en el año 2012, cuando visitaba la feria como público y ya no como coordinadora, se me acercó una mujer que había sido “niña feria” para reclamarme que ahora con sus dos hijos ya no encontraba la oferta cultural que había disfrutado hace quince años.

Si bien el modelo de planeación cultural empírica que se empleó cuando surgió la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil resultó exitoso, ya no es posible continuar con dicho esquema.  Se requiere hacer una revisión y autocrítica de las formas de organizar la acción cultural, en particular la referente a la promoción de la lectura, así como las carencias que se tienen en la gestión cultural en Veracruz para la formación de públicos nuevos. Hay que devolver la mirada hacia el espacio público y aprovechar la información cultural que nos permita tomar mejores decisiones para fortalecer nuestro trabajo de gestión. Por ejemplo, la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales que publicara el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en el año 2010 (6), arroja información muy valiosa para la planeación de actividades culturales a partir de nuestros públicos. Por lo que respecta a la información relativa a la lectura en Veracruz, dicha encuesta arroja datos preocupantes: en cuanto a los libros de esparcimiento leídos, no llega ni siquiera a un libro; 16% compró en el último año, al menos un libro; 22.8% ha leído por lo menos un libro en el año; 51.90 compra sus libros en librerías; 15.74% en tiendas de autoservicio; 8.89% en puestos ambulantes; 8.81, en ferias del libro; 3.54, en puestos de periódicos; 2.99 en tiendas de libros usados o viejos. Cuando se pide a los encuestados que digan dos palabras con las que relacionen la cultura, los resultados son también interesantes: En primer término es la música, y en octavo lugar, los libros.

A partir de este primer diagnóstico del consumo cultural, se podría pensar que urgen más ferias del libro y acciones para promover la lectura. Sin embargo, ¿hasta qué punto estos festivales en torno a la palabra, realmente fomentan el gusto por la lectura y los libros o repiten el esquema comercial de cualquier otro espacio donde se lleva a cabo el proceso de compra y venta?

El escritor Felipe Garrido comentó en alguna ocasión a quien esto escribe que el problema con las ferias del libro era  la cantidad de eventos que buscaban animar la lectura, pues estos operaban en contra de la misma, ya que finalmente se olvidaba lo más importante: que la gente lea por el gusto de leer y no por los adornos en torno a la lectura. En el momento que Garrido me comentó lo anterior, no estuve de acuerdo con él; sin embargo, hoy lo entiendo mejor. Las personas leerán siempre y cuando que los libros signifiquen algo en sus vidas, si no es así debido a que su universo simbólico encuentra sentido en otras manifestaciones, la lectura no tendrá importancia en su andar cotidiano.


¿Cuál es el futuro de la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil a casi 24 años de que iniciara en Xalapa? Es un proyecto con presente que debe renovarse sin olvidar lo que ya ha transitado. Los mejores asesores para definir cómo y por qué camino dirigirse son los jóvenes que hace más de veinte años fueron “niños feria”.  Los organizadores deben partir del hecho de que los niños y los jóvenes de hoy se comunican de otra forma; su lenguaje y la manera de insertarse en el mundo, tiene que ver con las nuevas tecnologías de la información. Los procesos de comunicación y cultura sufren cotidianamente la influencia de la globalización y la repercusión de la inmediatez tecnológica; los ritmos y la atención de los jóvenes están centrados en ello. Habrá que encontrar las herramientas adecuadas para seguir compartiendo la palabra en el marco de nuevos contextos. Ahora Xalapa rebasa el medio millón de habitantes. Hace 23 años se pretendía que al finalizar el siglo veinte, con el apoyo de actividades que fomentaran la lectura, se acabaría con el analfabetismo. Ahora la propuesta se enfoca hacia el libre uso de la internet y a que no existan analfabetas digitales. Otro es el mundo que vivimos. Otra es la historia de la gestión cultural.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Como siempre, toda la razón. Renovarse o morir. El problema es que las personas encargadas de la Feria en la actualidad piensen en serio en una renovación, no se puede dejar perder ese espacio tan apreciado por muchos. Excelentes palabras, lástima que sean para puntualizar algo que está mal... o poniéndose mal.

Jorge Rampirez Soriano dijo...

Quién no recuerda aquellos días de feria, doce horas de talleres, música, espectáculos para todos los gustos y familias, actividades lúdicas y sobre todo mucho entretenimiento en torno al libro y la lectura.
Nuestra participación muy modesta fue con los "Libros del Rincón" que apenas daba signos de incursionar en las escuelas públicas, en este espacio no permitió promocionar sus contenidos, alcances, distribución y formas de acceder a ellos.
En la feria al lado del stand donde se mostraban los libros, construimos "El espacio del rincón" donde tuvimos la fortuna de interaccuar con aquellos niños, ahora padres y jóvenes ahora abuelos.
La Feria en estos días requiere de esos cambios ya visualizados, antaño los niños paseaban por la feria con alguno de los juguetes construidos en los talleres, sobre todo en el más concurrido de Horacio Albalat, una papirola del espacio del rincón, u alguna otra figurilla producto de su imaginación, ahora pasean con un teléfono móvil en el menor de los casos y toda su atención en la pequeña pantalla, sí, la feria requiere renovarse acxtuar en el contexto que la "modernidad" exige e incorporar otras prácticas en torno al libro y la lectura, a la promoción cultural de manera general.
La huella ahí está, impresa en su tiempo y en su momento, no porque todo lo anterior sea mejor, no, sino porque "los otros" que ahora tendrán la estafeta tienen la oportunidad de mejorar o de construir sobre los cimientos.
Muchas felicidades.

sofía clevit dijo...

Coincido en las últimas palabras de Jorge Ramírez, es cuestión de renovarnos y mirar atrás para tomar nuevos impulsos. Hay gente nueva trabajando de forma excelente el amor y el gusto por la lectura. He ido por años a esta feria como lectora, como concursante de cuento y este año a presentar mi primer novela. Leer las palabras de Lourdes me permite saber en dónde estoy parada, y cuál es mi trabajo a desarrollar como impulsora de lectura. Xalapa es una ciudad de lectores ojalá se rescatara el proyecto de las estaciones del libro,me pareció muy lindo la premisa que daban a cada estación del año. ¡Hay tanto por hacer!

Saludos!

Sofía Clevit, Córdoba, Veracruz.