domingo, 18 de julio de 2010

Senderos de lo cultural
Lourdes Hernández Quiñones*
Miradas a lo cultural: La reingeniería administrativa en Veracruz


El sexenio de Fidel Herrera Beltrán, empezó con algunas expectativas en materia cultural con el nombramiento de Esther Hernández Palacios al frente del Instituto Veracruzano de la Cultura, quien ocupaba dicho cargo por segunda ocasión; la primera vez en los años 1999 y 2000, la segunda lo haría de 2005 a la mitad de 2007.
Si bien el Plan de Actividades del IVEC elaborado por Hernández Palacios y su equipo apunta cuestiones fundamentales para el desarrollo cultural de la entidad y para el óptimo funcionamiento de este organismo, lo cierto es que su alcance se vio limitado por muchos factores, entre ellos las carencias presupuestales y materiales, así como decisiones políticas.
Cuando se decidió que el IVEC dependiera estructuralmente de la Secretaría de Turismo y ya no de la Secretaría de Educación y Cultura, algunas voces se alegraron considerando que dicho ajuste, parte de la reingeniería administrativa propuesta por Herrera Beltrán, daría a esta institución todo aquello de lo que carecía. Lamentablemente no fue así. Se trató exclusivamente de un movimiento administrativo, de la reubicación de presupuestos y no de un planteamiento que permitiera pensar que la cultura sería la piedra angular de la nueva dependencia que habría de llamarse Secretaría de Turismo y Cultura.
Desde un inicio y hasta la fecha, las noticias-buenas y malas-que se han escuchado en las voces de los distintos titulares de esta dependencia, tienen que ver exclusivamente con el turismo, considerado éste como los paseantes que visitan nuestra entidad en los diversos periodos vacacionales y su consumo en hoteles y restaurantes. Sin embargo no se ha esbozado hasta esta fecha alguna política que relacione al turismo con la cultura, ya fuera líneas paralelas que hagan destacar la riqueza de nuestra gastronomía como expresión de nuestros paisajes, o bien de la música como parte de esa riqueza biológica y geográfica que permite escuchar tanto el son de la costa, como la música de la región huasteca, o la fuerza, diversidad y originalidad de nuestro arte popular. Y claro, nuestras formidables zonas arqueológicas, que no son sólo El Tajín, o nuestro patrimonio histórico, que permitirían atraer a un turismo cultural internacional. Ni siquiera el diseño de rutas culturales con la participación de los artistas y creadores de las diversas regiones de Veracruz. Ningún atisbo de lo anterior.
La pregunta es obligada: ¿cuál ha sido el beneficio de ubicar al Instituto Veracruzano de la Cultura en la estructura de la Secretaría de Turismo y Cultura?
Son más los puntos en contra, uno fundamental es el descuido de la educación artística en las escuelas de preescolar, primaria y secundaria, lo que sin duda ha tenido una repercusión en la falta de formación de nuevos públicos para las expresiones artísticas y culturales. Anteriormente, el trabajo que realizaba el Instituto Veracruzano de la Cultura en coordinación con la Secretaría de Educación y Cultura permitía optimizar recursos humanos, materiales y financieros. Años atrás, algunos maestros estaban comisionados como instructores en las casas de la cultura, ahora, varios de ellos han tenido que abandonarlas para reintegrarse a centros escolares, pues la Secretaría de Educación los ha requerido porque el IVEC ya no forma parte de su estructura.
Esta reingeniería, por otro lado, ha sido incompleta. No se ha actualizado la Ley que creó al IVEC y sus funciones continúan siendo las contempladas en el marco de la SEV. Así, la Ley de Fomento al libro y la Lectura que no se ha echado a andar, requerirá en su momento de una revisión urgente, ya que considera al Instituto Veracruzano de a Cultura todavía como parte de la Secretaría de Educación.
Lamentablemente ya corresponderá al nuevo gobernador hacer un análisis en torno a tal reingeniería. Si se pretende un crecimiento del sector cultural, bastará con mirar a los países y estados desarrollados donde éste se encuentra estrechamente vinculado con la educación, pues se considera que la sensibilización artística debe iniciar en los primeros años, propiciada por la familia, o bien fomentada a través de las escuelas de los diversos niveles y modalidades. En el caso de la cultura, se trata de pensar no en soluciones burocráticas, sino en decisiones que tienen que ver con el desarrollo de la sensibilidad y la inteligencia de la población.