miércoles, 16 de agosto de 2017

Ley General de Cultura y Derechos Culturales, una oportunidad para los actores de lo cultural en el siglo XXI


Lourdes Hernández Quiñones

a Ida Rodríguez Prampolini


A partir del año 2009 empezaron a generarse a nivel federal, una serie de hechos muy relevantes para la cultura en nuestro país, con las modificaciones a los artículos 4º y 73º de nuestra Constitución que permitieron incorporar el Derecho a la Cultura en la Carta Magna. Un asunto que había estado pendiente por muchos años. Seis años después, en diciembre del año 2015 por decreto presidencial se crea la Secretaría de Cultura; y apenas el pasado 19 de junio,  se expide la Ley General de Cultura y Derechos Culturales.
     A la par de lo anterior, en las diversas entidades del país ha habido propuestas e intentos por fortalecer al sector cultural. Es el caso de Veracruz, donde en el año 2010 fue promulgada la Ley para el Desarrollo Cultural del Estado, de la que, lamentablemente, nunca se expidió la Ley reglamentaria. Habrá que decir que dicha ley ya introducía conceptos que aparecen en la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, como es el tema de los Derechos Culturales; y además planteaba una participación importante de los municipios, considerando que estos debían elaborar e instrumentar Programas Municipales para el Desarrollo Cultural y coordinar y gestionar proyectos y actividades culturales con los órdenes de gobierno federal y el estatal; además introducía el reconocimiento de la figura del promotor y gestor cultural. Sin embargo, esta Ley no se aplicó por carecer de la ley reglamentaria correspondiente; en ese sentido, existe un hueco jurídico que ha repercutido en el debilitamiento del sector en Veracruz.
     Por ello, la promulgación de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales abre una oportunidad para que los diversos actores del sector cultural que son múltiples y diversos, contribuyamos a hacer realidad esta Ley con miras a que la creación, difusión, promoción, gestión, preservación, participación, práctica y disfrute de la cultura se desarrollen y vivan como un Derecho Constitucional a partir del conocimiento y reconocimiento de nuestros derechos culturales; y que contribuyamos a la promoción, respeto y protección de estos derechos.
     Destaca la participación de Lucina Jiménez y de Carlos Villaseñor, junto con otras 12 especialistas en cultura, en el Consejo redactor del Documento orientador Hacia una Ley General de Derechos Culturales de México que fue entregado a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados federal el 15 de marzo de 2017 y que tuvo el propósito de aportar elementos para ser la base de la iniciativa de Ley en la materia, junto con otras cuatro propuestas más. Me habría gustado encontrar en la Ley que ahora tenemos, mucho de lo planteado  por dicho equipo redactor  en el Documento Orientador, lo que habría permitido, sin duda, tener una ley que respondiera a las necesidades y exigencias del sector y de sus múltiples actores en el siglo XXI.
     A pesar de limitaciones y carencias que se pueden encontrar en este instrumento jurídico, sobre todo considerando el Documento Orientador al que hice referencia, la Ley es un primer paso para fortalecer el sector y una oportunidad para los actores de lo cultura para repensar y/o replantear su quehacer. En ese sentido me gustaría citar un fragmento del discurso de la Doctora Ida Rodríguez Prampolini, quien fuera directora del Instituto Veracruzano de la Cultura, recientemente fallecida, al ingresar como miembro honorario de la Academia de Artes el 7 de noviembre de 1974, y en el que cuestionaba el papel del crítico de arte:
“Si en el plano real soy consciente de nuestras limitaciones como grupo y las asumo, no puedo dejar, por otra parte, de soñar mi utopía; que tratemos entre todos de poner el arte y las tareas de la crítica al servicio de aquellos que, hasta ahora, no han tenido oportunidad de gozar ni de crear las grandes concepciones estéticas del espíritu humano, pero que las han hecho posibles, con su esfuerzo. Que en un futuro no se hable de la cultura como patrimonio de los intelectuales y la élite de los afortunados, sino de la cultura de todos los hombres”.
Las palabras de la tan querida y admirada Ida, crítica de arte, intelectual, promotora cultural, fundadora del Instituto Veracruzano de la Cultura hace ya 30 años y del Consejo Veracruzano de Arte Popular en el año 2000 se refieren precisamente a la línea que anima la Ley General de Cultura y Derechos Culturales y que es la posibilidad de vivir y participar en la cultura como un Derecho Humano, lo que nos permitiría alcanzar la utopía planteada por Ida.

     En su artículo tercero esta ley se refiere a las manifestaciones culturales reconociendo su relevancia para grupos, pueblos y comunidades por el significado que las mismas aportan a su identidad, formación, integridad y dignidad cultural. Destaco asimismo la mención que se hace de manera reiterada para que los municipios participen en el cumplimiento de la Ley. Sin embargo,  el tema fundamental  y eje central de la Ley es el de concebir a la cultura como un derecho de todas las personas y todas las comunidades para participar en la vida cultural. Y es esto último lo que nos conduce a involucrarnos con mayor compromiso para caminar rumbo a una democracia cultural, en la que la acción ciudadana es determinante.