La definición de la elección presidencial en México tendría que plantearse a partir de la comprensión de la complejidad cultural que encierra el proceso para la renovación del titular del poder ejecutivo. Cultural, en tanto que se trata de la opción para transitar hacia un proyecto de país deseable por la mayoría, proceso que toca varias aristas de construcciones simbólicas:
1. Por un lado, la demanda de un sector de la población para que las dos cadenas de televisión que ostentan el control de los medios, ofrezcan información plural y veraz; que dejen de ser los monopolios televisivos los que controlen los procesos políticos a partir del manejo parcial de la información. Y, al lado de esto, que se haga una televisión de calidad, y no una programación que sólo contribuye al enajenamiento de la sociedad.
2. La reconstrucción del país a partir de la urgencia de retomar valores que tienen que ver con el humanismo, en contraposición a la barbarie del consumismo, la corrupción y la impunidad que laceran cada vez más a la sociedad. Es decir, de recuperar el valor y el sentido de conceptos como la honestidad, el compromiso social, la colaboración y solidaridad; así como el sentido comunitario.
3. La urgencia de que los gobernantes asuman una horizontalidad en sus decisiones y se tornen más sensibles hacia los verdaderos problemas de la población.
4. La necesidad de definir desde dónde dirigir las acciones de gobierno a partir de la globalidad que vulnera el desarrollo local de las comunidades pero que a la vez puede ser una oportunidad para crecer hacia el mundo.
lunes, 23 de julio de 2012
viernes, 6 de julio de 2012
Ventana hacia el Sendero III
En el mes de junio, fue presentado el documento 10 COMPROMISOS INDISPENSABLES EN LA POLÍTICA CULTURAL 2012-218, elaborado y promovido por los especialistas en diversos ámbitos de la cultura Ricardo Fuentes, Déborah Holtz y Lucina Jiménez. Esta propuesta ha sido firmada por más de 500 personas relacionadas con el arte y la cultura.
Entre lo planteado en este manifiesto que ha sentado las bases para la inclusión de las políticas culturales en la Agenda Pública de México como un asunto fundamental para la reconstrucción del país, se plantea:
1) Incluir
a la cultura y las artes dentro del Plan Nacional de Desarrollo como un tema
común y articulado en los planes sectoriales de educación, desarrollo social,
economía, salud, turismo, medio ambiente, comunicación, seguridad pública y
relaciones internacionales como lo señala la Ley de Planeación reformada el
pasado 27 de enero de 2012.
Se trata de un llamado a la conciencia y a la acción cultural.
Para conocer el documento completo se puede consultar las direcciones siguientes:
miércoles, 4 de julio de 2012
Políticas Públicas de Cultura, la ausencia permanente
(Tercera y última parte)
Lourdes Hernández Quiñones
I.Cimientos
Hace treinta años, del 26 de
julio al 6 de agosto de 1982, se celebró en México la Conferencia Mundial sobre
las Políticas Culturales, de la que derivaría la Declaración correspondiente en
la que se incluyó la definición de
Cultura que continúa vigente hasta
nuestros días:
La cultura puede considerarse actualmente
como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales,
intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social.
Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos
fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias”. (1)
Asimismo la Declaración de
México estableció hace tres décadas que “la
cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que
hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y
éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos
opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo,
se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias
realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que
lo trascienden”.
Si bien es cierto que en
1982 todavía no se tratarían asuntos como las nuevas tecnologías de la
información, la Declaración de México estableció varios principios que tienen
mayor fuerza en el contexto de la sociedad mundial globalizada. En el tema de
Identidad Cultural, el inciso 4 habla de la importancia que tienen todas las
culturas como parte del patrimonio común de la humanidad y puntualiza que “La identidad cultural de un pueblo se
renueva y enriquece en contacto con las tradiciones y valores de los demás. La
cultura es diálogo, intercambio de ideas y experiencias, apreciación de otros
valores y tradiciones, se agota y muere en el aislamiento”, premisas que en
el año 2005 serían los cimientos para la Convención
sobre la protección y promoción de la diversidad de las Expresiones Culturales.
Asimismo la Declaración de
México incluye apartados temáticos de gran relevancia como el correspondiente a
la Dimensión Cultural del Desarrollo,
Cultura y Democracia, y Relaciones entre cultura, educación,
ciencia y comunicación. Quisiera detenerme en el que hace referencia al
tema Creación Artística e Intelectual y
educación artística. El inciso 29 de este apartado señala: “El desarrollo y promoción de la educación
artística comprende no sólo la elaboración de programas específicos que
despierten la sensibilidad artística y apoyen a grupos e instituciones de
creación y difusión, sino también el fomento de actividades que estimulen la
conciencia pública sobre la importancia social del arte y de la creación
intelectual”.
II. La unión de la Esperanza
y la Conciencia
El planteamiento de
estimular en la conciencia pública la trascendencia social del arte y la
creación resulta fundamental ante un mundo de exigencias mayores y retos para
la creatividad y la imaginación. De allí la relevancia de revisar el tema de
las políticas culturales. En este sentido, destaca la propuesta formulada en
días recientes por Ricardo Fuentes, experto en legislación cultural, Deborah
Holtz, editora, y Lucina Jiménez, investigadora especializada en políticas
culturales, con el título 10 Compromisos Indispensables en la Política
Cultural 2012-2018, documento que en el marco del relevo presidencial
en México, fuera entregado a los cuatro candidatos a la Presidencia y que hasta
el pasado 24 de junio había sido
rubricado por más de 500 promotores culturales, escritores,
investigadores de los procesos culturales y las políticas públicas, editores y
artistas.
Desde un análisis crítico y
una reflexión seria y comprometida, Ricardo Fuentes, Deborah Holtz y Lucina Jiménez
elaboraron un documento que sintetiza las premisas fundamentales de la
Declaración de México sobre las Políticas Culturales en 1982, y los tres
especialistas devuelven así a la cultura, el lugar que debe ocupar en la Agenda
Pública. Los diez compromisos que podrían ser los principios del Programa
Nacional de Cultura 2012-2018, son los siguientes:
1. Incluir
a la cultura y las artes dentro del Plan Nacional de Desarrollo como un tema
común y articulado en los planes sectoriales de educación, desarrollo social,
economía, salud, turismo, medio ambiente, comunicación, seguridad pública y
relaciones internacionales como lo señala la Ley de Planeación reformada el
pasado 27 de enero de 2012.
2. Respetar
escrupulosamente las culturas y la diversidad lingüística de los pueblos
autóctonos u originarios, comunidades y de las culturas populares y reconocer
sus derechos a gestionar su patrimonio cultural, para lo cual es necesario la
creación de fondos de inversión e innovación y una legislación que les otorgue
personalidad jurídica que les permita su defensa y aprovechamiento. Este es un factor de justicia social.
3. Asumir
que la cultura es también un sector productivo, y por ello debe tener acceso a
créditos, estímulos económicos y fiscales diseñados de acuerdo con sus propias
características,
atendiendo prioritariamente a los colectivos juveniles, a la micro, pequeña y
mediana empresa y organizaciones culturales civiles. La
muy diversa industria cultural puede generar mayores dividendos sociales y
económicos si se le da acceso a nuevas formas de gestión, a redes
internacionales de intercambio, coproducción y cooperación; es decir, si se
propicia la intervención de diversos actores culturales, y el gobierno deja de
ser el único (o muy principal) promotor en este ramo. El Estado debe invertir
en cultura, pero sobre todo, ser facilitador de la participación de otros
agentes.
4. Poner
fin a la discrecionalidad en la distribución de fondos públicos para la cultura
y las artes, definiendo reglas claras para el financiamiento público de
instituciones, entidades federativas y sociedad civil, a partir de criterios de
descentralización, inclusión y beneficio social.
5. Proponer
los cambios legislativos y tomar las medidas
necesarias para incluir la educación artística, digital y audiovisual en el
sistema educativo nacional y el uso cultural de los medios de comunicación.
6. Diseñar estrategias de
promoción, difusión y fomento de la cultura y las artes a nivel internacional
acordes a la política cultural de Estado y crear nuevas
estrategias de promoción cultural, acordes a los cambios que demanda el avance
tecnológico.
7. Impulsar
la reforma de las instituciones públicas encargadas de las políticas culturales
y que hoy consumen la mayor parte de los recursos en gasto burocrático y
diseñar un sistema
de planeación y evaluación que permita tener indicadores de desempeño e impacto
social.
8. Fortalecer
y ampliar políticas de fomento a las diversas ramas y actividades del sector,
que estimulen la inversión pública y privada, al igual que la creación de
fundaciones, colecciones, instituciones, centros culturales juveniles y otras
pequeñas iniciativas no gubernamentales o mixtas, que brinden
beneficios colectivos y comunitarios en este campo.
9. Crear
programas de formación en gestión, administración y comunicación cultural para
responsables del sector a nivel federal, estatal y municipal así como para
organizaciones culturales y artísticas.
10. Tener
claro que quien dirija la institución rectora del sector, deberá tener la
capacidad para articular una política pública de Estado, fincada en el diálogo
con las comunidades culturales, instituciones y empresas, tomando en cuenta
experiencias locales e internacionales exitosas. Esta persona deberá tener
experiencia probada en su quehacer, contar con una visión amplia,
desprejuiciada e incluyente del inacabable terreno de nuestra cultura, y gozar
del respeto de los protagonistas de estos procesos.
III. México posible
En el año 2009 se publicó en
el Diario Oficial de la Federación el decreto por el cual se adiciona un
párrafo noveno al Artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos que hace referencia al derecho que tiene toda persona al acceso a la
cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la
materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales; asimismo se
instituyó la obligación del Estado de promover los medios para la difusión y el
desarrollo de la cultura.
Sin embargo, a tres años de
la Reforma Constitucional, no se ha expedido la Ley reglamentaria. De allí la
importancia de contemplar en una justa dimensión la trascendencia de las
políticas públicas en materia de cultura, de cara a la reconstrucción de un
México fracturado socialmente, cuyo baluarte y fortaleza en el contexto mundial
sigue siendo su cultura.
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