lunes, 23 de julio de 2012

Ventana hacia el sendero IV

La definición de la elección presidencial en México tendría que plantearse a partir de la comprensión de la complejidad cultural que encierra el proceso para la renovación del titular del poder ejecutivo. Cultural, en tanto que se trata de la opción para transitar hacia un proyecto de país deseable por la mayoría, proceso que toca varias aristas de construcciones simbólicas:


1. Por un lado, la demanda de un sector de la población para que las dos cadenas de televisión que ostentan el control de los medios, ofrezcan información plural y veraz; que dejen de ser los monopolios televisivos los que controlen los procesos políticos a partir del manejo parcial de la información. Y, al lado de esto, que se haga una televisión de calidad, y no una programación que sólo contribuye al enajenamiento de la sociedad.


2. La reconstrucción del  país a partir de la urgencia de retomar valores que tienen que ver con el humanismo, en contraposición a la barbarie del consumismo, la corrupción y la impunidad que laceran cada vez más a la sociedad. Es decir, de recuperar el valor y el sentido de conceptos como la honestidad, el compromiso social, la colaboración y solidaridad; así como el sentido comunitario. 


3. La urgencia de que los gobernantes asuman una horizontalidad en sus decisiones y se tornen más sensibles hacia los verdaderos problemas de la población.


4. La necesidad de definir desde dónde dirigir  las acciones de gobierno a partir de la globalidad que vulnera el desarrollo local de las comunidades pero que a la vez puede ser una oportunidad para crecer hacia el mundo.



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