miércoles, 4 de julio de 2012

Políticas Públicas de Cultura, la ausencia permanente


(Tercera y última parte)
Lourdes Hernández Quiñones

I.Cimientos

Hace treinta años, del 26 de julio al 6 de agosto de 1982, se celebró en México la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, de la que derivaría la Declaración correspondiente en la que se incluyó la definición de Cultura que continúa  vigente hasta nuestros días:

La cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. (1)

Asimismo la Declaración de México estableció hace tres décadas que “la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden”.

Si bien es cierto que en 1982 todavía no se tratarían asuntos como las nuevas tecnologías de la información, la Declaración de México estableció varios principios que tienen mayor fuerza en el contexto de la sociedad mundial globalizada. En el tema de Identidad Cultural, el inciso 4 habla de la importancia que tienen todas las culturas como parte del patrimonio común de la humanidad y puntualiza que “La identidad cultural de un pueblo se renueva y enriquece en contacto con las tradiciones y valores de los demás. La cultura es diálogo, intercambio de ideas y experiencias, apreciación de otros valores y tradiciones, se agota y muere en el aislamiento”, premisas que en el año 2005 serían los cimientos para la Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las Expresiones Culturales.

Asimismo la Declaración de México incluye apartados temáticos de gran relevancia como el correspondiente a la Dimensión Cultural del Desarrollo, Cultura y Democracia, y Relaciones entre cultura, educación, ciencia y comunicación. Quisiera detenerme en el que hace referencia al tema Creación Artística e Intelectual y educación artística. El inciso 29 de este apartado señala: “El desarrollo y promoción de la educación artística comprende no sólo la elaboración de programas específicos que despierten la sensibilidad artística y apoyen a grupos e instituciones de creación y difusión, sino también el fomento de actividades que estimulen la conciencia pública sobre la importancia social del arte y de la creación intelectual”.

II. La unión de la Esperanza y la Conciencia

El planteamiento de estimular en la conciencia pública la trascendencia social del arte y la creación resulta fundamental ante un mundo de exigencias mayores y retos para la creatividad y la imaginación. De allí la relevancia de revisar el tema de las políticas culturales. En este sentido, destaca la propuesta formulada en días recientes por Ricardo Fuentes, experto en legislación cultural, Deborah Holtz, editora, y Lucina Jiménez, investigadora especializada en políticas culturales, con el título 10 Compromisos Indispensables en la Política Cultural 2012-2018, documento que en el marco del relevo presidencial en México, fuera entregado a los cuatro candidatos a la Presidencia y que hasta el pasado 24 de junio había sido  rubricado por más de 500 promotores culturales, escritores, investigadores de los procesos culturales y las políticas públicas, editores y artistas.

Desde un análisis crítico y una reflexión seria y comprometida, Ricardo Fuentes, Deborah Holtz y Lucina Jiménez elaboraron un documento que sintetiza las premisas fundamentales de la Declaración de México sobre las Políticas Culturales en 1982, y los tres especialistas devuelven así a la cultura, el lugar que debe ocupar en la Agenda Pública. Los diez compromisos que podrían ser los principios del Programa Nacional de Cultura 2012-2018, son los siguientes:

1.    Incluir a la cultura y las artes dentro del Plan Nacional de Desarrollo como un tema común y articulado en los planes sectoriales de educación, desarrollo social, economía, salud, turismo, medio ambiente, comunicación, seguridad pública y relaciones internacionales como lo señala la Ley de Planeación reformada el pasado 27 de enero de 2012.

2.    Respetar escrupulosamente las culturas y la diversidad lingüística de los pueblos autóctonos u originarios, comunidades y de las culturas populares y reconocer sus derechos a gestionar su patrimonio cultural, para lo cual es necesario la creación de fondos de inversión e innovación y una legislación que les otorgue personalidad jurídica que les permita su defensa y aprovechamiento. Este es un factor de justicia social.

3.    Asumir que la cultura es también un sector productivo, y por ello debe tener acceso a créditos, estímulos económicos y fiscales diseñados de acuerdo con sus propias características, atendiendo prioritariamente a los colectivos juveniles, a la micro, pequeña y mediana empresa y organizaciones culturales civiles. La muy diversa industria cultural puede generar mayores dividendos sociales y económicos si se le da acceso a nuevas formas de gestión, a redes internacionales de intercambio, coproducción y cooperación; es decir, si se propicia la intervención de diversos actores culturales, y el gobierno deja de ser el único (o muy principal) promotor en este ramo. El Estado debe invertir en cultura, pero sobre todo, ser facilitador de la participación de otros agentes.

4.    Poner fin a la discrecionalidad en la distribución de fondos públicos para la cultura y las artes, definiendo reglas claras para el financiamiento público de instituciones, entidades federativas y sociedad civil, a partir de criterios de descentralización, inclusión y beneficio social.
5.    Proponer los cambios legislativos y tomar las medidas necesarias para incluir la educación artística, digital y audiovisual en el sistema educativo nacional y el uso cultural de los medios de comunicación.

6.  Diseñar estrategias de promoción, difusión y fomento de la cultura y las artes a nivel internacional acordes a la política cultural de Estado y crear nuevas estrategias de promoción cultural, acordes a los cambios que demanda el avance tecnológico.

7.    Impulsar la reforma de las instituciones públicas encargadas de las políticas culturales y que hoy consumen la mayor parte de los recursos en gasto burocrático y diseñar un sistema de planeación y evaluación que permita tener indicadores de desempeño e impacto social.

8.    Fortalecer y ampliar políticas de fomento a las diversas ramas y actividades del sector, que estimulen la inversión pública y privada, al igual que la creación de fundaciones, colecciones, instituciones, centros culturales juveniles y otras pequeñas iniciativas  no gubernamentales o mixtas, que brinden beneficios colectivos y comunitarios en este campo.

9.  Crear programas de formación en gestión, administración y comunicación cultural para responsables del sector a nivel federal, estatal y municipal así como para organizaciones culturales y artísticas.

10.  Tener claro que quien dirija la institución rectora del sector, deberá tener la capacidad para articular una política pública de Estado, fincada en el diálogo con las comunidades culturales, instituciones y empresas, tomando en cuenta experiencias locales e internacionales exitosas. Esta persona deberá tener experiencia probada en su quehacer, contar con una visión amplia, desprejuiciada e incluyente del inacabable terreno de nuestra cultura, y gozar del respeto de los protagonistas de estos procesos.


III. México posible

En el año 2009 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el cual se adiciona un párrafo noveno al Artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que hace referencia al derecho que tiene toda persona al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales; asimismo se instituyó la obligación del Estado de promover los medios para la difusión y el desarrollo de la cultura. 

Sin embargo, a tres años de la Reforma Constitucional, no se ha expedido la Ley reglamentaria. De allí la importancia de contemplar en una justa dimensión la trascendencia de las políticas públicas en materia de cultura, de cara a la reconstrucción de un México fracturado socialmente, cuyo baluarte y fortaleza en el contexto mundial sigue siendo su cultura. 


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