lunes, 20 de marzo de 2017

De festivales e identidades


Lourdes Hernández Quiñones

(Comentario editorial del lunes 20 de marzo de 2017 en el Programa Irradia de Radio Más, conducido por Manuel Vásquez e Ileana Quiroz)

Ya en su mayoría de edad, el Festival Cumbre Tajín se realiza por décima octava ocasión en la región del Totonacapan. Y si esto se dice fácil, el desarrollo y gestión de este festival cultural ha sido tarea bastante compleja, fundamentalmente si consideramos las obscuras y terribles herencias de los pasados doce años en Veracruz que también han tenido repercusión en la organización de esta fiesta y la han colocado en la posibilidad de su cancelación.
Aún así, Cumbre Tajín ha seguido adelante. Por ello nos preguntamos ¿Cómo logra un festival cultural llegar a su décima octava edición? Me parece que el gran acierto, en este caso, ha sido el trabajo constante en la zona a través del Centro de las Artes Indígenas que ha involucrado a la población totonaca, ya sea como capacitadores o bien como asistentes a los diversos talleres  y actividades que allí se realizan; es decir, los pobladores de la zona son parte del festival de varias maneras. Así, lo que se ha realizado durante los últimos diez años en el parque takilhsukut  es una acción cultural bien fundamentada y cimentada, un ejemplo de educación artística que se hace desde la consideración de su contexto social y cultral; así, su trabajo con la comunidad totonaca ha fortalecido las bases de lo que se realiza durante el festival de forma eventual por tres o cuatro días. Esta parte, la presencia de los hombres y mujeres del lugar, es la más rica y gratificante. Claro, está la otra parte que es el show artístico en el que intervienen distintos actores y grupos artísticos, sobre todo musicales, que disfrutan muchos de los que asisten a la cumbre atraídos por el espectáculo.
Sin embargo, el festival ha llegado a su mayoría de edad, por la acción cultural promovida, entre otros, por Salomón Bazbaz, quien desde el gobierno de Miguel Alemán, ha estado presente en su organización. A través de un diálogo que me parece ha privilegiado la interculturalidad, los totonacos  y los organizadores de la cumbre han resguardado rituales, tradiciones y múltiples expresiones culturales para enseñarlas y compartirlas con aquellos asistentes interesados y emocionados por conocer y comprender nuestra cultura, a veces tan distante en la vida cotidiana de las ciudades.
Al reconocer, como lo hacen los abuelos totonacos, la existencia de tres manifestaciones patrimoniales y comunicarlo con enorme orgullo en el contexto de la cumbre y aprovechando los efectos mediáticos que ésta tiene, nos muestran una cultura viva, muy viva, que se sabe rica y diversa en comunión con el mundo que la rodea; es una riqueza patrimonial que merece la valoración de todos los que habitamos Veracruz: El Tajín, lugar sagrado; la ceremonia ritual de los voladores; y el Centro de las Artes Indígenas.
El festival Cumbre Tajín ha sabido comprender la necesidad de vincular la fiesta con la fuerza de las expresiones simbólicas para diseñar un festival que vive la tradición a la par de la modernidad, desde la cosmovisión indígena y a partir del reconocimiento de los rasgos culturales que nos dan identidad y de aquellos que se resignifican para seguir dando cohesión a los nuevos actores. Es la oportunidad de disfrutar la gastronomía: saborear tamales y bocoles; emocionarnos con el ritual de los voladores y la música que a través del tambor y la chirimía rinde culto a los cuatro puntos cardinales; rendirnos, siempre con admiración, ante los voladores que se lanzan al aire y dialogan con el viento; aprender la sabiduría de la herbolaria, de los rituales. ¿Sería difícil reproducir este mismo modelo para el desarrollo cultural de otras regiones de Veracruz?
Bien valdría la pena que la experiencia adquirida en la organización y gestión de la cumbre Tajín pudiera ser compartida. No sólo ganarían los pobladores originales de las diversas latitudes veracruzanas, sino todos los que habitamos en esta entidad, con la posibilidad de construir territorios que privilegien el diálogo y de vivir un mundo diverso que nos permita reinventarnos con cada encuentro cultural para fortalecer el tejido colectivo.
Un festival cultural como Cumbre Tajín en el que dialogan el origen y la modernidad puede ser el inicio para asegurarnos una mejor realidad vivida a partir de la cultura.


No hay comentarios: