viernes, 13 de abril de 2018

Sergio Pitol ante su biografía soterrada


Lourdes Hernández Quiñones

Cuando se presentó en Xalapa Sergio Pitol: una autobiografía soterrada (ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones), los allí presentes además de celebrar la aparición de otro libro de este escritor, nos sentimos muy felices de encontrarlo de nuevo rodeado por sus lectores. Sin embargo, no imaginábamos que meses después la aparición de esta obra sería también el anuncio de su silencio literario.
Así fue. En la presentación de su biografía soterrada en la Ciudad de México, Pitol se encargaría de dar a conocer tal noticia, acto valiente que sólo podría haber sido escuchado en la voz del también autor del tríptico El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena.
Ya en su último libro, una edición muy hermosa y bien cuidada por el sello Almadía, Sergio Pitol va regalando al lector a lo largo de su lectura, varias pistas que lo llevan a imaginar que su silencio está por llegar: sus viajes constantes a Cuba, donde se interna para el tratamiento de un problema neurológico que le dificulta dar sentido a sus oraciones, pues las palabras se le aparecen con significados poco claros, confusos o ignorados y, de esta manera, hilvanar su discurso literario resulta complicado. Aun así, Pitol hace en su autobiografía soterrada una revisión de su estancia en Europa, esos años que lo llevaron no sólo a conocer el mundo distante, sino a formarse como escritor en la soledad de los viajes.
Quizás el retiro de Pitol del mundo creativo, signifique de pronto para todos aquellos que admiramos y disfrutamos su trabajo, un hecho triste. Sin embargo, habrá que mirar esta decisión con la valentía del propio escritor, quien sabe que tal decisión formará parte de su trayectoria literaria, de esa otra biografía que al paso de los años le seguirá concediendo un lugar fundamental en las letras de nuestro país y del mundo. El caso de Pitol, un escritor forjado en un primer momento en la traducción y posteriormente en el trabajo dedicado a la escritura y compartido en  la enseñanza, hacen de este hombre un personaje cuyo silencio sólo podrá contemplarse como una pausa en un amplio discurso que se continuará escuchando siempre en cada lectura de su obra. Esa voz del autor que hablará en sus  escritos cada vez que se abra uno de sus libros, ganando siempre el lugar a la ausencia.

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