lunes, 20 de diciembre de 2010

Voz invitada

(Agradezco a David Barquero su colaboración para el blog, sobre un tema alrededor del cual siempre hay algo nuevo que decir: los vínculos entre cultura y comunicación)

APUNTES PARA UNA POLÍTICA DE DIFUSIÓN CULTURAL EN MÉXICO
David Barquero Martínez

“Hoy en día, la cultura es el campo de mayor acumulación de plusvalía y, por lo tanto, de inversión preferencial en el desarrollo de esta idea de sociedad de la información y del conocimiento. Por otro lado, políticamente, este mundo complejo, interconectado, pero también de riesgo, incertidumbre y cambios acelerados e ingobernables, exigen un espacio de intermediación, diríamos un sistema de intermediarios entre lo político, lo económico y lo social, que es el que proporciona la cultura”[1]

La cultura en su sentido general es, sin duda, una forma de acelerar el desarrollo social, y particularmente el arte es, una opción de crear esa conciencia general necesaria para crecer intelectualmente, pero las expresiones artísticas no podrán ser consumidas por nuestra sociedad mexicana mientras no exista esa necesidad que, las empresas en su afán mercantil sí han logrado, y aquí pregunto ¿quién posibilitó de manera contundente durante el siglo XX que las marcas y los productos de consumo se volvieran tan necesarios? La respuesta seguramente coincidirá con la de otra cuestión que va de la mano, ¿quién se ha encargado de hacernos llegar mensajes cada vez más sencillos, digeribles y con la mínima exigencia de raciocinio, para mantenernos atentos? Sin temor a equivocarme la respuesta es los medios de comunicación masiva y, particularmente, muchos diremos la televisión.

Lo anterior me hace pensar que Andy Warhol no se equivocó al llamar a la televisión como la caja idiota, ya que este adjetivo ilustra bastante bien cuál ha sido el papel o la actitud cultural del medio en el mundo. Sin embargo tampoco quiero hacer aquí un trabajo de desprestigio o de ataque exclusivo de la televisión, simplemente, me parece que éste medio de comunicación masiva me permitirá explicar el modo de aplicación de una política de difusión cultural que debería estar comprometida con la sociedad.

Obviamente la idea de difusión cultural que considero necesaria debe ser, en todos los sentidos y en todos los medios posibles, de tal modo que los productos artísticos-culturales se promuevan intensamente, digamos que de la misma manera que ahora lo hacen los productos comerciales.

Los productos artísticos-comerciales no son la opción que yo promuevo y los diferenciaré de los que me ocupan, por el nulo o mínimo esfuerzo que se requiere para entenderlos o por la mínima propuesta de novedad o creatividad que presentan, lo cual, debo aclarar también, seguramente se debe a que satisfacen la necesidad actual de la sociedad.

La televisión, como los otros medios de comunicación tienen tres funciones fundamentales frente a la sociedad que los consume: informar, formar y entretener; el gran problema es que no se pueden separar, es decir, al mismo tiempo que se informa, se forma y se entretiene, la única diferencia es cuál de las tres tiene mayor peso en la producción de cualquier producto televisivo. En México casi toda la programación privilegia el entretenimiento, olvidando la carga de información y, aun más, de formación que lleva consigo.

Tomando en cuenta lo anterior, es muy riesgoso que nuestro país siga la misma dinámica con los medios de comunicación, sin hacerlos responsables de su servicio social, a pesar de que deban competir por vender para sostener los costosos gastos de producción. La gente seguirá consumiendo lo que los medios nos quieran ofrecer, por eso la necesidad de una política de difusión cultural que involucre y comprometa a los interesados en hacer negocio con la información.

La televisión sigue siendo el medio de mayor impacto social; la prensa, la radio y el internet, por varias razones no se pueden equiparar, razón por la cual enfoco mi análisis a este medio exclusivamente.

Los medios de comunicación, incluida la televisión, en nuestro país funcionan en una dualidad  la cual dificulta una posible legislación a favor de la difusión cultural, aunque no la elimina definitivamente. Los medios de comunicación se han aprovechado de la libertad de expresión para poder respaldar casi cualquier mensaje, mientras que no afecten a sus intereses propios o los del gobierno, que en el caso de la televisión, es quien otorga las concesiones o permisos de transmisión.

Es decir, los dueños de los medios, por interés propio no van a cuidar sus contenidos ya que su objetivo principal es comercial, lo único que los motiva son las ventas, por lo tanto si no es necesario invertir en calidad de producción, no lo van a hacer. Y al decir calidad de producción, obviamente hablo de cuestiones técnicas, pero más que eso y especialmente de contenidos.

El motor que actualmente genera dinámica en la televisión es la competencia entre las distintas empresas dedicadas a la producción de televisión, cuidan la relación con el gobierno por conveniencia, pero no les interesa la calidad de información que están poniendo al alcance de la población y obviamente se crea un círculo vicioso, ya que el general de la sociedad ya está habituada al tipo de información que le hacen llegar.

Hay que recordar que la información es el principio de orden que nos permite actuar, tomar decisiones, tener una actitud de vida; y los medios de comunicación se han vuelto en gran medida los principales proveedores de información, la globalización nos está llevando a un ritmo vertiginoso y si no logramos crear una conciencia como sociedad, nuestro futuro será mas pobre y problemático.

Ante el panorama presentado, el gobierno debe tomar las medidas necesarias, si no para coartar la libre competencia o la dinámica del mundo en medios de comunicación, sí para exigir a los medios calidad de contenidos, lo cual puede definirse por una política de difusión cultural, apoyada por leyes que obliguen a los medios a dedicar parte de sus contenidos a cambiar la afectación que por muchos años han venido haciendo en la sociedad, probablemente no de manera intencional y dolosa, pero sí de modo irresponsable.

Obviamente no pretendo proponer que los esquemas o modelos de producción se modifiquen, al contrario, los medios de comunicación deben seguir su propia dinámica, pero obligarse a cuidar la información que se maneja, con esquemas novedosos, vanguardistas, pero con contenido.

El trabajo no es fácil, pero no imposible, requiere de un gran compromiso por parte de los dueños de los medios, y de los mismos comunicadores, aquí vamos a otro punto interesante, los que hacen la comunicación y que en muchos de los casos no son gente profesional, no quiero decir gente que estudie o no las carreras afines simplemente gente comprometida con la responsabilidad que tiene al estar trabajando en los medios.

No se puede dar la espalda al compromiso de los medios con la sociedad, las actuales políticas de comunicación están más preocupadas por obligarlos a que en los tiempos oficiales promuevan los trabajos gubernamentales y a sostener la llamada democracia, a través de leyes que regulan los tiempos de campaña por televisión, más que a posibilitar un crecimiento intelectual de la sociedad.

Obviamente lo que digo puede sonar a utopía pero debe ser así, aplicar el principio de ética que advierte el riesgo al que puede llegar una sociedad informada de la manera en que se está haciendo con la nuestra, los procesos de globalización lo exigen, la sociedad que se quede en el privilegio del entretenimiento no progresará, porque todo el sistema responde al tipo de personas que lo generan y le dan vida, y esas personas responden al tipo de información que reciben.



[1] KARAM Tanius (comp) / Mirada a la ciudad desde la comunicación y la cultura / Universidad Autónoma de la Ciudad de México / 2005 / Pág. 182

DAVID  BARQUERO  MARTÍNEZ
Orizaba, Ver. / 1972

Licenciado en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, Universidad Veracruzana. Maestro en Ciencias Política y Gestión Pública, Centro Universitario Hispano Mexicano. Ha realizado estudios en temas como Animación Sociocultural, Comunicación y mercadotecnia política, Cultura y políticas públicas, Producción de medios audiovisuales y Habilidades para el desempeño y desarrollo académico. Promotor cultural del Instituto Veracruzano de la Cultura, actualmente Jefe del Departamento de Producción Artística. Conductor de la sección “Arte y Cultura” de noticiarios en Televisa  Veracruz (Telever), productor general del programa radiofónico Ritmo México Sur, que se transmite en todo el sureste del país con el apoyo del CONACULTA. Coordinador del Cine Club Villa Rica y profesor de la Facultad de Comunicación, de la Universidad Villa Rica, con estudios incorporados a la UNAM.


 

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