miércoles, 12 de enero de 2011

Miradas a lo cultural

Miradas a lo cultural
El promotor cultural, un ser atrapado entre el hacer y el administrar
Lourdes Hernández Quiñones

En las instituciones culturales públicas de México, el promotor cultural está atrapado entre la gestión, la administración, el ser facilitador de esta tarea y el entusiasmo desbordado por lo cultural. Complejo asunto que en ocasiones provoca que este promotor cultural, quien camina al ritmo de los latidos de su corazón, se detenga en su hacer, confundido por las acciones que deben ser su prioridad.
Si bien la nueva gestión cultural exige que ésta se desarrolle de manera profesional y ordenada, considerando los aspectos de planeación y evaluación que son fundamentales en las empresas e instituciones del ámbito privado, también es cierto que la complejidad de las mismas y la falta de consideración, durante largo tiempo, de tales asuntos dificultan estas tareas. Habría que agregar, además, el desencanto que sufren casi de manera constante e inevitable, los promotores culturales ante los abusos de funcionarios del sector cultural, quienes aprovechando sus atribuciones hacen  uso irracional y desmedido de los recursos públicos para beneficio propio. ¿Cómo creer, entonces, en la gestión cultural pública que se dirige a la parte más profunda del ser humano, que son su sensibilidad e inteligencia, cuando sin cuidado alguno se dispendian recursos económicos? ¿Cómo lograr que el promotor cultural no ceda terreno al desencanto y siga persiguiendo la utopía?
Pregunta difícil de responder. Lo cierto, es que la realidad, a pesar de ser negativa y documentar sólo el pesimismo, sigue convocando a hombres y mujeres que están convencidos de que el mundo sólo podrá seguir caminando y sorteando las veredas obscuras, de la mano con la acción cultural, con la educación artística. Lo anterior es posible, pues todo lo cultural parte del sentido de compartir: conocimientos, aprendizajes, creaciones, reflexiones, invenciones, pensamientos, música, movimiento. La cultura mueve los cuerpos, mueve conciencias y sensibilidades y mientras así sea, el mundo no podrá paralizarse ante la sangre y la violencia.
Por ello, el papel del promotor cultural, resulta cada vez de mayor relevancia y sus acciones son cada día más heroicas. Mientras el gestor esté dispuesto a dar la batalla a la corrupción, al desencanto,  al exceso de administración, convencido de que su quehacer es fundamental, el mundo seguirá amaneciendo con un sol rojo y anocheciendo con una luna plateada en la que el conejo brincará para perseguir ideales y alcanzarlos sostenidos de una nube. Por ello, la gestión cultural es el sueño más próximo a la realidad.

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