lunes, 17 de septiembre de 2012

Patrimonio y turismo cultural: una relación atrapada entre las identidades y la gentrification



(Segunda y última parte)

Lourdes Hernández Quiñones

En la primera parte de estos dos artículos nos referimos a la delicada relación entre patrimonio y turismo cultural, a partir de lo señalado en el libro Gestionar el patrimonio en tiempos de globalización, editado en el año 2010 por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y Juan Pablos Editor, como parte de la colección Biblioteca de Alteridades, que fuera coordinado por Eduardo Nivón y Ana Rosas Mantecón. Hicimos mención del concepto gentrification, utilizado por primera vez por Ruth Glass en 1963, para “designar el proceso de reocupación y elitización de antiguos barrios del centro de Londres” y de cómo tal concepto permeó las políticas urbanas en el mundo con los consecuentes riesgos para el patrimonio.

Sobre el mismo tema, Ana Rosas Mantecón ha intitulado su artículo incluido en este libro, El giro hacia el turismo cultural: participación comunitaria y desarrollo sustentable, en el que plantea que ante la crisis del turismo de masas se presenta el reto de desarrollar un turismo sustentable en lo ecológico, lo cultural, lo social y lo económico, y éste es el vinculado con el patrimonio. Rosas Mantecón aborda un tema delicado y polémico: la importancia de los medios de comunicación para la difusión del patrimonio, tanto local como global, pero al mismo tiempo su contribución a la banalización de las producciones culturales con la espectacularización de la vida misma. “Los gobiernos y las empresas multinacionales que ahora también gestionan el patrimonio son generalmente promotoras de uniformidad; en su búsqueda por atraer a los turistas, apelan a manifestaciones que homogeneizan las particularidades culturales”, dice la especialista en consumo cultural y recepción artística. Ante tal amenaza para la diversidad cultural, señala Rosas Mantecón, se requiere desarrollar una oferta cultural basada en la autenticidad y en acciones que promuevan la sensibilización de los visitantes hacia el patrimonio natural y cultural.

Por tal motivo, la especialista plantea que en los tiempos de globalización se requiere conciliar ambas actividades, turismo y preservación del patrimonio, para lo cual es necesario que se establezca un diálogo entre todos los actores involucrados con el propósito de definir estrategias de planeación, desarrollo, promoción y usos de los espacios patrimoniales. “El patrimonio puede ser impulsado y aprovechado en sus posibilidades de generación de empleo y recursos, pero también de enriquecimiento cultural de la ciudadanía por medio de la recreación de identidades, incorporación de valores culturales contemporáneos y fortalecimiento de canales de participación social”, concluye Rosas Mantecón.

Silvana Rubino, del Departamento de Historia de la Universidad  Estadual de Campinas, Brasil, retoma el concepto de gentrification en el artículo Ni terminadas ni lindas: ciudades y gestión de la memoria. Si bien se refiere a lo ocurrido en Brasil, las situaciones que plantea encuentran su reproducción en la mayoría de los países de América Latina, en las que los afanes modernizadores van ganando terreno a lo local. Allí, en el centro histórico de Salvador, en el estado de Bahía, se llevó a cabo un proceso de gentrification a través del cual el espacio fue ocupado por la iniciativa privada para usos comerciales orientados al turismo, principalmente  tiendas, bares, restaurantes y, posteriormente, posadas y hoteles. Como consecuencia de lo anterior, la población originaria fue expulsada, residiendo lejos de sus lugares de antaño o sólo retornando al barrio en la precaria condición de prestadores de servicios.

La sujeción a los intereses mercantiles y turísticos ha incidido, en casos como el mencionado, en la exclusión de los pobladores originales de los barrios y ciudades, así como en la pérdida de identidades locales. Ha faltado entablar un diálogo cultural para la definición de políticas culturales que garanticen la preservación y cuidado del patrimonio con respeto a las construcciones simbólicas de los distintos grupos de población en el mundo.

Paralelamente, urge incentivar políticas de desarrollo urbano con miras a la consideración de los patrimonios, las diversidades, las necesidades de los pobladores. No pueden existir procesos de gentrification, si a la par no se responde a los requerimientos de vivienda, de vialidad o alumbrado público; sólo se puede pensaren una ciudad que responda a los intereses del turismo, si en ésta están cubiertos los servicios básicos de toda la población. En la acción de gobernar, se trata de fomentar una acción horizontal en la que prive la posibilidad del diálogo como premisa para la construcción de nuevas ciudades, incluyentes y promotoras del bienestar común.




1 comentario:

Mario Magadán dijo...

Las tendencias neoliberales e imperialistas, la corrupción, la idea de la gran aldea desde las relaciones de poder entre dominantes y dominados contamina las culturas de cada nación, pueblo, grupo e individuo.