domingo, 12 de septiembre de 2010

Voz invitada

Esta semana los invitamos a leer el artículo de Sabino Cruz, gestor cultural y periodista, quien hace un análisis del trabajo cultural desde las instituciones y desde los creadores.

Agenda Cultural



Sabino Cruz V.


Cultura y poder

Guillermo Bonfil Batalla entendía por poder en política cultural, la capacidad de decisión del sector de las artes y la cultura para promover, impulsar, cuestionar o rechazar alguna acción del gobierno federal, estatal o local o de cualquier otra instancia que tenga vínculos con alguna expresión simbólica; sea a través de un programa, reconocimiento, subsidio o promoción a un elemento identitario.

Este aumento de fortalezas y habilidades del grupo de las artes y la cultura –sean estos visuales, escénicos, sonoros, literarios o de las expresiones originales- para participar, negociar, influir, controlar las acciones que afecten sus vidas y hacer que las instituciones rindan cuenta (Narayan, Banco Mundial, 2002), sería la manifestación visible del respeto e importancia que se tendría para este segmento de la sociedad.

Sin embargo, en la actualidad se está muy lejos de que autoridades alguna -de cualquier nivel de gobierno- tomen en cuenta las opiniones, sugerencias y necesidades de la mayoría de los miembros, pues con mucha frecuencia, sólo es la visión de un grupo de notables la que permea en las políticas culturales.

Esto, que en principio responde a una lógica de la administración pública, y a la falta de espacios y recursos para hacer una amplia convocatoria para que participen los distintos actores del quehacer creativo, en realidad, detrás están los usos y costumbres -por no decir cotos de poder- que un reducido grupo de artistas consagrados hace suyo para seguir gozando de beneficios personales.

Desafortunadamente lejos se está de la construcción de una cultura en la que sociedad de artistas y administraciones públicas promuevan las iniciativas que impulsen nuevamente el desarrollo de las expresiones sensibles del estado o de alguno de los doscientos doce municipios, teniendo como principio la apertura de oportunidades a todos, sin distingo de sexo, nivel económico, propuesta estética y filiación partidista.

Pero más lejos está la solidaridad gremial entre los distintos miembros que conforman el grupo de las artes, y mucho más alejada, la conciencia de clase y el sentido social dentro del conglomerado, lo que debilita la cohesión y vulnera el escudo contra las imposiciones y restricción presupuestales

En tanto no haya una unidad - –no digamos entre los distintos protagonistas- sino entre los mismos artistas pláticas, bailarines, actores, músicos, literatos, se supere el canibalismo, la descalificación a priori y la amnesia histórica [la dialéctica de la negación por la negación], difícilmente se tendrá una organización sólida y comprometida con los proyectos nacionales.

El notable divisionismo entre colegas, producto quizás a la escasa promoción de elementos identitarios en los centros educativos por parte de las autoridades como del personal docente, es quizás el factor que incide en el limitado sentido gremial de los artistas.

Mientras los artistas mestizos o nativos no se asuman como una clase social, les será difícil tener un mejor acceso a la información, a la transparencia de recursos, la rendición de cuenta, y la capacidad de decisión; pero principalmente a la asignación y conservación de un presupuesto.



Sabino Cruz V. Tiene la Maestría en Historia del Patrimonio Cultural (Ibero-Puebla); la Especialidad en Políticas Cultural (UAM/OEI); así como los Diplomados en Gestión Integral de Políticas e Indicadores Culturales (OEI/CONACULTA) y  Gestión Cultural y Arte (CONACULTA/UV/IVEC). Es Catedrático de la Facultad de Teatro-UV y analista cultural de los Diarios AZ y Milenio El Portal.

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